TAtcabo de terminar "Palabras de amor" de José Antonio Marina . El contenido de alguna de las cartas, por ejemplo la de de Dostoiewsky , me ha estremecido, porque encierran un hondo lirismo y un profundo drama, y es, al poco, cuando me encuentro con que un grupo de menores y un joven, algo así como un quinteto, el quinteto de la violación, han forzado a una niña de 13 años en la proximidad de una piscina de Baena. El eco de las palabras de las misivas de Sthendal , la ansiedad de Napoleón en la búsqueda de Josefina , toda la belleza del libro de Marina quedan arrasadas por esta brutalidad que va acompañada de la extorsión.

La extorsión ha sido siempre la amenaza de la mafia y de la delincuencia organizada, y que unos críos y un joven de 22 años, empleen la extorsión para consumar la violación a una cría, nos hace preguntarnos si estamos ante una anécdota o una categoría, ante uno de esos sarpullidos que sufre cualquier sociedad o es que nos estamos envileciendo a una velocidad que nos va arrojar a las cavernas del odio y la venganza.

Lo de Baena es una vergüenza. A partir de los ocho años de edad se tiene bastante clara la visión de la línea que separa lo correcto de lo incorrecto, la virtud del delito. Son unos menores, pero son unos menores de cuidado, a los que hay que recuperar para la sociedad, pero a los que no se les puede dejar marchar como si hubieran hecho una gamberrada, porque la cobardía del delito, la mayoría brutal contra la resistencia de una cría, y el empleo de la extorsión los convierte en unos sólidos aspirantes a ser mañana lo mismo que son hoy: unos delincuentes, por mucho que la responsabilidad penal quede eximida por razones de edad. En Baena (Córdoba), la ciudad de la que habló Plinio , ha tenido lugar una acción repugnante y de todo punto aborrecible.

Esa niña forzada necesita más psicólogos que justicia, pero es nuestra sociedad la que precisa una clara repulsa antes de que esto se convierta definitivamente en un insoportable muladar.