TEtl pasado fin de semana sufrí una odisea cuyo testimonio, a buen seguro, sirve para llamar la atención sobre cómo --una vez más-- el medio rural y los ciudadanos que aquí hemos elegido vivir, estamos en clara desventaja con respecto al urbano.

Mi hijo de casi dos años sufrió un pequeño accidente doméstico. Tras dirigirnos al centro de salud de Guadalupe y ser correctamente atendidos nos derivaron al hospital San Pedro de Alcántara, situado a unos 130 kilómetros o lo que es lo mismo, a una hora y media de carretera. Con bastante frecuencia hago el trayecto y jamás tuve la sensación experimentada durante este viaje, de distanciamiento y de marginación, de olvido y de impotencia. Pensaba en aquellos conciudadanos para los que ese itinerario supuso su último viaje, y en esas noticias que, día tras día, nos hablan de habitaciones individuales, de inversiones en centros de cirugía, de mejoras en la salud y de avances científicos, que chocan de lleno con lo experimentado.

Desgraciadamente el problema y la situación se han convertido en parte del precio que hay que pagar por vivir en una zona rural, en una cotidianidad peligrosamente asumida y que nadie quiere abordar por lo utópico o por no rebelarse ante quien ostenta el poder y el deber de equiparar a todos por igual.

Con estas palabras no pretendo criticar la sanidad extremeña, la cual creo está al nivel que se le exige y de ello se encarga Fernández Vara , cercano al pueblo y a sus problemas. Simplemente reivindico un trato equitativo para con la ciudadanía, una apuesta por acercar los servicios demandados en las mismas condiciones, la sensibilidad necesaria para abordar proyectos e inversiones que vayan en esa línea, independientemente de que la masa crítica esté por debajo de los umbrales de rentabilidad y electorales.

Espero que cuando se redacten los programas electorales las personas responsables se pongan en la piel de aquellos que padecemos este tipo de situaciones. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural