TSti todo texto admite múltiples lecturas, el de la Constitución europea acaba con la polisemia. Los políticos han pasado de la lectura a la propaganda y el resultado parece de mercadillo: estamos, para unos, en el camino de la paz perpetua y para otros en la guerra de las culturas; éstos hablan de la deseada igualdad de los ciudadanos y aquéllos de la muerte del ciudadano a manos del bloque; los píos maldicen el texto porque consagra el laicismo y los laicistas lo hacen porque reconoce a todas las religiones.

Hace tiempo que las almas de arcilla común prescinden de los iluminados políticos y de la niebla que esparcen: Europa es una idea y una voluntad que calienta el corazón de quienes se helaron con el telón de acero y que también templa y serena el de quienes se abrasaron con el azufre de los demonios patrios, o sea, un espacio en construcción que sustituye las actitudes dictatoriales y nacionalistas por políticas avanzadas. Esas imposiciones sesgadas de los intérpretes del texto nos consideran idiotas, pero el ciudadano y votante, como muy bien recuerda una amable publicidad comercial: ha de seguir el dictado de su espíritu

*Licenciado en Filología