Uno empieza a dudar ya muy seriamente si la decisión de no emitir la entrevista de Quintero por TVE fue un intento de proteger el honor de presuntos insultados o más bien la fórmula más sencilla para que tales insultos llegaran a un número de personas bastante mayor que si se hubiese emitido. No sé cual es la audiencia media del programa de Jesús Quintero, pero sí sé que entre internet, diarios, ruedas de prensa y reproducciones varias, lo que dijo José María García sobre Aznar, Blesa y don Florentino lo ha sabido media España y no parece que media España sea la audiencia de RTVE.

Me gustan poco las conspiraciones, pero esta censura huele raro y mucho más cuando han pasado días de la toma de posesión del nuevo presidente de RTVE. El detalle heroico lo puso la propia casa no censurando las críticas que García hacía del señor presidente de la corporación, o lo que sea ahora, RTVE: "Yo me sacrifico y me trago los sapos pero no consentiré que otros se vean en semejante trance" ¡Por Dios, qué detallazo, qué honradez, qué ejemplo a seguir, qué bonito¡

Y al fin habla Quintero muy afectado, claro, por lo ocurrido. Yo a Jesús le quiero mucho, le quiero a él y al personaje que se ha creado/creído y la verdad es que me esperaba otra cosa. Discrepa Quintero, le parece desmedida la decisión de RTVE, y hace bien, asegura que "se ha pretendido levantar una polvareda para enturbiar mi trayectoria" y no hace ni bien ni mal sino de ego-Quintero, para luego añadir algo sorprendente: "no he presentado mi dimisión porque no me considero culpable de nada, en cualquier caso, víctima"... "para no defraudar a los millones de espectadores que han encontrado en el programa una alternativa y mandar al paro a más de 40 profesionales que trabajan en este programa".

Vale. En realidad al paro nos han mandado a más de 4.000 profesionales hace unos días en esa misma casa, pero bien está que se preocupe del problema laboral del país y que no quiera defraudar a los "millones de espectadores". Vale, Jesús, te creo. Pero el mundo no cambia y si has sido víctima una vez y sigues, la segunda vez ya casi no duele y la tercera ellos saben que pueden contar contigo. Por mucho menos de lo ocurrido, antes, cuando entonces, algunos decíamos adiós desde la puerta con tranquilidad y sin indemnización.