POR RAQUEL RODRIGUEZ

El bar Los Arcos es un clásico en la avenida de Salamanca. Situado junto al monumento que le dio nombre, desde el pasado febrero ha sufrido una transformación porque un matrimonio de bilbaínos, María Jesús Alonso y José Antonio Ramos, se hizo cargo de su gestión y lo ha convertido en un espacio acogedor, reformado a base de materiales reciclados, y con una cocina casera y ajena a los productos congelados.

Así, abrió Los Arcos Bar el pasado 14 de marzo, después de un mes y medio de reformas que han realizado ellos mismos y, como destaca y agradece María Jesús, "ayudados por amigos que lo han hecho altruistamente". Ella tenía una idea, basada en la restauración y los materiales reciclados, y de esa iniciativa ha surgido un espacio con muchos detalles, que invitan a pasar más de una vez por el local y donde destaca que todas las sillas interiores son únicas y distintas. "Una tiene más de 200 años, es fruto de una herencia familiar", explica María Jesús, y casi todas están tapizadas con tela de pantalones vaqueros.

Además hay distintos ambientes, como una zona que parece sacada de una casa de muñecas y que muchos eligen para celebrar cumpleaños infantiles, porque también acogen celebraciones. El local tiene capacidad para unas 40 a 50 personas y tiene una terraza con otras 40 sillas.

Las mesas están realizadas con muestrarios de tarima y la pintura le da un aire retro . "Hemos pintado desde el rodapié hasta el techo y hemos tenido que lijar también", señala María Jesús.

Terminado el continente, el contenido es una oferta de cocina casera, que elabora personalmente María Jesús junto con una ayudante de cocina y que incluye recetas de familiares como los Espárragos estilo mi suegra y los Callos estilo Vicente , el suegro de su hermana. Pero si hay una ración que gusta a sus clientes es el cordero en ensalada, "un plato medio templado que hacía mi padre y donde la carne y el tomate echan su jugo por el contraste de frío y caliente".

Su oferta incluye ocho tipos diferentes de tostadas; 3 de sandwich; Pepitos , que son bocadillos con carne y lechuga, tomate, cebolla y queso; una docena de bocadillos, la mayoría por 2,50 euros; una treintena de raciones y hamburguesas, dos de ellas de un tamaño de 160/170 gramos (no en grosor), el doble que una hamburguesa normal. Todo a precios muy económicos porque "somos partidarios de ganar el euro uno a uno, no es plan de poner precios abusivos".

Por supuesto también cuentan con pinchos y, a partir de las siete de la tarde, los ofrecen calientes al momento y a la plancha. En este caso, María Jesús destaca uno de los que más gusta, el queso blanco a la plancha con mojo de cilantro. Es típico de Tenerife, donde el matrimonio gestionó durante 18 años un bar-restaurante.

Porque no son nuevos en hostelería, todo lo contrario. Trabajaron en el kilómetro 4, después se marcharon a Tenerife y, cuando regresaron, ambos continuaron en la hostelería --ella también en una empresa de muebles y decoración-- hasta que José Antonio se quedó en paro y, ante la imposibilidad de encontrar trabajo, decidieron buscar un local y gestionarlo por su cuenta.

En la cocina, María Jesús tiene una máxima, nada congelado. "No me gusta. Aquí todo es casero. No hay una croqueta congelada, nada de rabas congeladas, las hamburguesas las hago yo y hasta las patatas fritas son naturales". Porque su premisa es "la calidad y dar un buen servicio al cliente".

De momento, están contentos con la clientela y con sus vecinos y mantienen la idea con la que abrieron el bar: "Seguir aquí hasta que mi marido se jubile, y le quedan 12 años".