Todas las obras llevan consigo molestias y los comerciantes de Sor Valentina Mirón son conscientes de ello, pero están indignados porque consideran que, desde el principio, les han dejado aislados y la empresa ha trabajado con poco personal y muy lentamente. Ahora, el sector se ha enterado de que el ayuntamiento le ha concedido una prórroga de un mes sin penalización por haber surgido imprevistos ajenos a la empresa y algunos no dudan en calificarlo de "una vergüenza".

Porque subrayan que, desde que comenzaron los trabajos el 6 de octubre y hasta después de Navidad, "han tenido solo a cuatro personas y descansaban cada dos por tres. Se notaba que la obra estaba empezando muy lentamente y encima se cogen veinte días de descanso en Navidad y dejan la calle patas arriba".

Lo afirma la responsable de Chalupa, que no entiende la prórroga de un mes más y afirma que su recaudación ha bajado un 50% desde que empezó la obra. En La Quesería, su dueño eleva el porcentaje al 80%. "El daño que nos está haciendo la obra es brutal. Va lenta, hay poco personal, poca maquinaria y al principio nos dijeron que no cortarían el tramo entero al tráfico y no lo cumplieron".

PROBLEMAS PARA APARCAR Y esto ha provocado dificultades de aparcamiento y los consultados subrayan que la mayoría de su clientela acudía en coche y ahora "ya me han dicho que no vienen porque no tienen dónde aparcar". Lo afirma el dueño de una tienda del segundo tramo y que cerrará la próxima semana porque la obra ha sido el remate a su situación. Este, como otros comerciantes y vecinos, creen que habría sido mejor comenzar por la obra del aparcamiento de la calle Velázquez y, una vez habilitados estos, cortar Sor Valentina.

Otros también se quejan de las medidas de seguridad. "Aquí está la gente todo el día pisando barro y ya se han caído cinco o seis personas porque hay mucha gente mayor". El caso más grave ha sido el de un hombre de unos 80 años que se cayó en una rampa "que no tenían fija al suelo" y que se ha roto el tobillo. "La ambulancia no podía entrar porque estaba todo cortado y tuvieron que llevarle en una silla entre varias personas. Fue vergonzoso y el hombre pasó unos dolores terribles. Le han dicho que se quedará cojo de por vida. Justo después de caerse, cambiaron la rampa y la fijaron con cemento".

El malestar de los comerciantes es tal que pensaron plantarse el sábado con una pancarta en la calle como protesta porque se había cumplido el plazo de ejecución y no había terminado la obra. Muchos no confían en que acabe antes de Semana Santa, lo que "nos haría polvo", según el dueño de un bar, porque "no podría poner la terraza".