Hace más de tres años me vi obligado a enviar una carta a la prensa en la que pedía al infausto concejal de Parques (Plácido Gómez) que no perpetrara el desatino de construir un garito en La Isla para Oficina de Información Turística. El despropósito se consumó, ¡faltaría más!, y jamás se utilizó para aquel destino y allí permanece como monumento vivo a su incompetencia.

Ahora el equipo de gobierno ha pillado unos dineros y se despacha con la idea de instalar un pavimento de granito en el paseo central. Llevo más de quince años utilizando a diario ese parque, algo que muy pocos miembros de la corporación pueden decir, y entre los que como yo hacen deporte, pasean o juegan, jamás se ha suscitado rechazo por los materiales del paseo.

Sí por un sistema de riego obsoleto que encharca el paseo y lo deja impracticable, sea del tipo de que sea, por un río chico lleno de porquería y que nadie limpia; por el vandalismo que destroza mobiliario urbano infantil, farolas, sin que se repongan; por dueños de perros que permiten que sus animales defequen en el paseo y el césped sin que ocurra nada.

No obstante, bien mirado y siendo prácticos, la idea puede que no sea tan mala. Se podría aprovechar el dinero, ya metidos, para alicatar los árboles con Porcelanosa, instalar unas placas vitrocerámicas y hornos microondas en sitios estratégicos para que el visitante pueda calentar un biberón o freírse unos huevos para almorzar cómodamente en unas mesas de fornica, material noble donde los haya y que sustituirían a los de madera rústicos que existen y que tanto afean el entorno.

Si el rey Felipe V, que cazaba oropéndolas en La Isla, hubiese podido disfrutar del pavimento que ahora se nos ofrece, seguro que hubiera añadido otro adjetivo al escudo de la ciudad: Muy noble, Muy leal, Muy benéfica y Muy hortera.