Todos los años por estas fechas los camareros tenían un aliciente más que añadir a su trabajo, los festejos por el día de la patrona, Santa Marta. Sin embargo, por segundo año consecutivo se han tenido que suprimir debido a la falta de unidad entre los propios hosteleros del centro, que eran los que principalmente organizaban y participaban en los actos.

Así, si los días previos a la fiesta era habitual para los clientes empezar a escuchar los primeros retos y apuestas acerca de quién o cuál iba a ser el más guapo o la más guapa o quién iba a ganar la carrera de bandejas por la plaza, ahora no se escucha nada, y lo peor de todo para algunos hosteleros es que se está perdiendo una tradición que sus trabajadores merecían, porque es una de las pocas fiestas en las que no tienen que trabajar.

Cada año, la tarea de organizar todas las actividades se repartía entre unos pocos hosteleros, que se responsabilizaban de hablar con los proveedores para conseguir regalos; de organizar los disputados partidos de fútbol, los concursos y de preparar la cena y la posterior fiesta en el hotel Alfonso VIII o en El Nido.

Pero, un año más, y ya van dos, los camareros, esos empleados que trabajan cuando los demás se divierten, se quedarán sin su homenaje. Ahora, la fiesta de Santa Marta en vez de ser un motivo para la unión y la confraternización entre el sector hostelero, se ha convertido para algunos en una fiesta tan solitaria e individual que casi ha perdido su encanto.