El juicio de faltas por presuntas lesiones de un cuidador a un usuario de Placeat quedó ayer visto para sentencia y mientras la Fiscalía y la acusación pidieron una multa de 60 euros a razón de dos por día, la defensa solicitó la absolución asegurando que los manotazos que el denunciado reconoció dar al discapacitado cuando se negaba a comer tenían un sentido educativo "como un padre a un hijo" y nunca el de un maltrato.

Llama la atención que a la vista acudieron numerosos trabajadores y sindicalistas, pero ningún familiar del discapacitado en cuya defensa salió la CGT, de la que era delegado sindical el denunciante. Los testigos aportados por la defensa --un médico y un cuidador-- reconocieron que a veces se recurre a sujetar las manos de usuarios como el afectado, que en movimientos espasmódicos arroja los cuchillos y las cucharas, por detrás de la silla de ruedas para forzarle a comer, dijeron, con el permiso familiar.

El denunciante dirigió durante cinco años el centro donde sucedieron los hechos hasta su despido, por lo que la defensa sostiene que el denunciado es "el cabeza de turco de su animadversión a la empresa".