A Juana González Iglesias se la conoce como La Churrera de La Placentina porque lleva más de cincuenta años trabajando en la churerría del mismo nombre e incluso ha edificado sobre ella su casa, en la que nacieron sus dos hijas, Iluminada y María Luisa. La asociación de viudas no ha querido dejar pasar el Día de la Mujer Trabajadora sin darle una mención especial vía municipal por toda una vida de trabajo y esfuerzo.

¿Se considera un ejemplo de mujer trabajadora?

--Pues en parte sí porque soy muy constante en el trabajo y nunca he tenido pereza a la hora de trabajar. Además, he estado más de 20 años trabajando los 365 días del año, sin disfrutar de una fiesta, una Nochebuena, Nochevieja o la feria. Nunca he tenido una semana entera de descanso. Aunque, eso sí, soy muy exigente con la gente que trabaja conmigo, yo voy delante pero la gente me tiene que seguir.

¿Cómo fueron los comienzos?

--Empecé a trabajar en serio ayudando a mi padre con 14 años. El tenía una caseta de churros en el parque de San Antón durante la feria, pero luego se la dejaron todo el año y gracias a ella sacábamos para comer. En el año 1955 nos trasladamos aquí y, aunque me casé a los 20 años, hasta los 29 no nos hicimos cargo de la churrería mi marido y yo. A los 31 enviudé y contraté a gente para que me ayudara hasta que pudieron trabajar mis hijas y ahora estamos las tres y una nieta.

En todo ese tiempo habrá vendido churros a mucha gente...

--Sí, por aquí venían mucho antes las mujeres, después vinieron sus hijos y ahora vienen los que antes fueron hijos y ahora son padres. También vendemos a muchos jóvenes que vienen después de estar de fiesta y tenemos clientes de años y años que siguen viniendo a diario. Además, hemos tenido dos casos de jóvenes, de los que hicieron la mili aquí, que han venido de Madrid o Avila exlusivamente a comprarnos churros.

¿Qué valora más de su trabajo?

--A los clientes, que son los que me dan diariamente la satisfacción. Yo he trabajado siempre por necesidad pero este trabajo es muy agradecido porque se da un trato muy personal y la gente te estima. Para mí, lo más importante es que los clientes agradezcan el trabajo que tú haces.

¿Qué le ha parecido la mención de la asociación de viudas?

--Es un halago porque yo he luchado día tras día como una hormiga y es bueno que nos toque alguna vez algo. Además, se lo agradezco de corazón a la asociación de viudas porque nos dan mucha ayuda y nos animan.

¿Y para cuándo la merecida jubilación?

--La verdad es que he pensado en jubilarme pero cuando era joven decía que me retiraría a los sesenta y aquí sigo todavía.