Con el fin de velar por los consumidores, la Comisión Europea ha elaborado un estudio general sobre el funcionamiento y coste de acceso a internet en los diferentes Estados. Aunque no recoge los últimos datos y quizá por eso no refleje realmente la situación última del mercado, ya que es un sector muy fluctuante, podemos decir que revela con cierta exactitud la situación del mercado. Las conclusiones suponemos que no han de extrañar al ciudadano español.

Una primera conclusión que se extrae es que España está entre los países con el acceso a internet más caro de la Unión Europea. El precio mínimo para la banda ancha fija más corriente en la contratación electrónica solo es superado por Chipre. Tras Chipre y España, está Irlanda. Los países en el polo opuesto, esto es, con acceso más barato, son Lituania, Rumanía y Letonia. Por supuesto, países más desarrollados que España, como Francia, Reino Unido, Alemania o Italia, cuentan con ofertas más atractivas que nuestro país. Este dato demuestra que las mejores condiciones no se producen solo en países con más nivel de renta que en España, sino que el mayor o menor precio depende de otros factores, entre los que podemos incluir la situación de monopolio u oligopolio de los prestadores del servicio.

De igual modo, la Comisión informa que otro estudio revela que el 66% de los usuarios europeos de internet desconoce qué velocidad de banda ancha tiene contratada. Además, los consumidores solo obtienen, de media, el 75% de la velocidad que consta en su contrato.

Aunque es cierto que las redes están mejorando y con ello los servicios ofrecidos a los usuarios, todavía la brecha entre la velocidad anunciada y la real es grande. Tampoco las diferencias de precios entre países vienen justificadas por los costes del servicio. Y aquí hay que recordar que el sector sigue funcionando sobre la base de veintiocho mercados nacionales, por lo que se impone una unificación del mercado para que el sector alcance más transparencia y servicios mejores y más económicos.