Muy emocionado. Hasta el punto de que no pudo evitar las lágrimas mientras leía su discurso de agradecimiento. Así recibió ayer Pablo Vicente Vicente su premio Abuelo Mayorga, un reconocimiento a la labor social que ha llevado a cabo durante los últimos 40 años de su vida y que todavía continúa.

Poco antes de entrar en el salón de plenos, Vicente confesaba sentirse «profundamente orgulloso, abrumado y agradecido y doy infinitamente las gracias». Eso sí, señalaba que «no he hecho más que lo moralmente tenía que hacer y he recibido infinitamente más de lo que he dado».

Lo que ha dado por la ciudad lo inició en 1976 en la parroquia Cristo Resucitado del Rosal de Ayala, «con Don Felipe», y continuó después en la asociación de vecinos del mismo barrio. Enfermero de profesión, pasó a formar parte del comité de empresa del hospital y, durante 12 años, sirvió a la ciudad como concejal con Pepe Mariño, en UCD. Le siguió la Hermandad de Donantes de Sangre Virgen del Puerto, de la que ha sido presidente durante 25 años, para trabajar después en Cáritas y finalmente en el Hogar de Nazaret como su director.

apoyo familiar / En todo este tiempo, dijo haber tenido el apoyo de su mujer Carmen y de sus hijos, familia aumentada después con cuatro nietos. Afirmó haberse «sentido querido por todos los que me han rodeado» y dedicó el premio a todos los abuelos que hoy son «una ayuda imprescindible para sus nietos».

Aplaudido en varias ocasiones por un salón de plenos abarrotado, el alcalde destacó que Vicente «ha dedicado su vida a la ciudad» y, desde la hermandad de donantes «ha regalado vida y felicidad a mucha gente, entre ellas mi padre». Destacó también que el nuevo Abuelo Mayorga «ha cumplido el sueño de su vida, que es ayudar a los demás». H