El obispado abrió recientemente el templo de San Martín al uso turístico, aunque la cifra de visitantes se mantiene en unos niveles discretos. Según informa el encargado de dar la bienvenida al visitante, ronda los "24 cada día", repartidos por su horario de apertura, similar a la catedral, de once de la mañana a dos de la tarde.

"Es muy bonita, parece una iglesia típica de pueblo", comenta uno de los turistas, que procede de Logrosán. En esa impresión coinciden también otros tres visitantes del templo, en este caso, placentinos. "Es una iglesia muy mona", afirma una de ellos.

El edificio alberga tres retablos en distinto estado de conservación debido a una plaga de termita contra la que el obispado está realizando extensas actuaciones.

El retablo mayor, que no ha sido afectado por el insecto, es obra del placentino Francisco Rodríguez, cuenta con cuatro tablas pintadas por el artista Luis de Morales entre 1565 y 1570, y es el que atrae las principales alabanzas.

En el costado del Evangelio, justamente el contrario al del acceso, se sitúa el retablo de San Blas, apenas dañado por la termita y que cuenta con "unos altorrelieves preciosos", realizados en la predela --zona inferior del retablo--, en madera policromada. El tercero de los retablos, el retablo de la Epístola, sí ha sufrido desperfectos por culpa de los citados insectos.

A pesar de ello, "para quienes nos gusta el arte, es una visita obligada" , comenta una de las visitantes locales en la que es su primera visita al interior del templo. Su acompañante, quien sí entró "hace ya muchos años", considera que "aún hay cosas por restaurar, pero, en términos generales está muy bien".

Algo más críticos son la otra placentina, que la ve "pobre", y el turista logrosano, para quien "el precio de dos euros para los que somos de fuera me parece un poco excesivo". Señalando tanto los retablos como la estructura, de tres naves techadas de madera, resume que "es bonita, pero no tanto".