La expectación fue tal que muchas personas tuvieron que presenciar la quema de la falla desde la calle de la Merced, a más de cincuenta metros de la plaza del barrio, porque un año más, los vecinos de San Juan demostraron su poder de convocatoria en el día grande de las fiestas, que tuvo lugar el pasado sábado.

Al caer la noche, numerosos asistentes --sobre todo jóvenes-- acudieron a las calles de la barriada para ver cómo ardían los fuegos artificiales y la quema del enorme barco pirata que construyó la hermandad de La Pasión. Media hora antes de la medianoche, el cielo de la ciudad se llenó de colorido gracias a los fuegos, que se podían divisar a varios kilómetros de distancia.

Una vez prendido el barco, los bomberos controlaron en todo momento las llamas para evitar que se produjera cualquier tipo de incidente. Los funcionarios del Sepei también contribuyeron a animar la fiesta --como es habitual-- mojando a los más atrevidos, que bailaron ante las llamas sin temor a recibir un manguerazo . A algunos no les pareció bastante, por eso optaron por acabar la noche zambulléndose en el canal de La Isla.