TEtste año ha sido declarado Año Internacional de los Suelos. Pero... ¿qué es el suelo? Si preguntáramos en cualquiera de nuestras ciudades, seguro que pocos nos hablarían de algo más que del pavimento que están pisando. ¿Ocurriría lo mismo si pudiéramos preguntárselo a los árboles? No, por cierto, los árboles tienen muy presente que la naturaleza se divide en tres mundos muy distintos y complementarios.

El primero es el suelo. El árbol se abre en un delta de raíces para abrazar a la madre tierra. El siguiente nivel es el más hostil, el que está en contacto con los animales terrestres que moran a su sombra. Es nuestro mundo, por ello, a este nivel, el árbol se muestra recio y resistente: el tronco. Por encima de nuestras cabezas, el árbol se vuelve a abrir en multitud de ramas para recibir la fuerza del Sol. Nuestra visión sesgada hace que solo veamos al nivel del tronco, pero la realidad abarca mucho más.

Del suelo dependemos todos los seres vivos. Es nuestro sector primario, es la base de la Cultura Rural, una forma de vida sencilla y sincera que el ajetreo del hombre industrializado, inmerso en las sucesivas crisis que él mismo ha generado, está olvidando, pero que subyace en la esencia de nuestra cultura.

Pocas veces toda una sociedad tiene conciencia de la importancia del suelo. Cuando esto ocurre, el país entero echa un paso hacia delante, como ocurrió en Kenia, en tiempos de Wangari Maathai.

Hasta sectores tan estáticos como el ejército se pusieron a plantar árboles. Decían que el cometido del ejército es defender la tierra y los árboles la defienden, protegiéndola de la erosión y de la desertificación.

Por tanto, es un buen motivo esta declaración institucional del Año Internacional de los Suelos para tomar conciencia que el suelo no es solo lo que se pisa, sino la base, el sustento de la vida y también de la sociedad, un mundo de una gran profundidad vital que debemos preservarlo de contaminación y vertidos para seguir disfrutando de este bello y frágil planeta.