Un grupo de vecinos y simpatizantes de la Real Villa de Berzocana han decidido brindar un reconocimiento a los esfuerzos realizados por las mujeres del municipio hace 500 años, cuando de forma valiente impidieron a los frailes del cercano Monasterio de Guadalupe llevarse las reliquias de sus santos, San Fulgencio y Florentina, hermanos de San Leandro e Isidoro, Padres de la Iglesia. El pueblo ha emprendido una iniciativa popular con el fin de levantar una escultura en su honor, y para ello nada mejor que emular los torques de oro y la pátera del Tesoro de Berzocana, hallados en el municipio y datados en la Edad de Bronce, ahora en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid).

El monumento, una imitación libre de este tesoro, tendrá cinco metros de diámetro, siete de altura y media tonelada de peso (unos 500 kilos), construido por completo con objetos, recortes y chatarras de cualquier metal (hierro, cobre, latón, aluminio, cromado...), ya sean nuevos o viejos, de distintos acabados o colores, que se puedan soldar o unir. Los vecinos han iniciado los trámites para ubicarlo en un lugar muy visible: la isleta donde confluyen las carreteras de Berzocana, Cañamero y Navezuelas.

La obra ya se está construyendo por suscripción pública, con participaciones de cinco euros, pero además se admiten voluntarios para trabajar en las distintas fases necesarias, también dirigidas por profesionales altruistas: cimentación y albañilería, construcción y soldadura, o trabajos estéticos y artísticos.

El lema de la escultura será 'La unión es el tesoro del pueblo' , y ello en recuerdo de su pasado. Cuenta la historia, tintada de leyenda, que en el siglo XIII un labriego del lugar encontró en las faldas de la sierra que domina la villa, enterrado en un olivar (desde entonces Olivar de los Santos), un sarcófago de alabastro paleocristiano que contenía los restos de San Fulgencio y Santa Florentina, posiblemente trasladados y escondidos en la época de la invasión árabe. Hoy están depositados en la iglesia de San Juan Bautista de Berzocana, pero ello se debe al arrojo de las mujeres del pueblo que, en plena época de los Reyes Católicos, iniciaron la defensa de las reliquias ante los mismísimos frailes Jerónimos, a los que encontraron en su templo dispuestos a trasladar las reliquias al Monasterio.

No pudieron impedir que los religiosos se llevaran la tapa del sarcófago y los manuscritos, pero el pueblo se quedó con los restos de los santos. Aun así, el conflicto continuó con Carlos V dada la insistencia de los frailes. El trabajo y el dinero que gastó Berzoacana en la defensa de su propiedad le sirvió para verse libre de la amenaza de la Santa Inquisición, que llegó a ajusticiar a algún fraile quemándolo vivo. Felipe II zanjó el asunto y regaló al pueblo el bello sarcófago en el que hoy reposan los santos.

Parte de esta historia se canta aún en las Coplas del Ramo: "Siempre Guadalupe quiso / de Murcia la Catedral / reliquias de San Fulgencio / y de Santa Florentina / dai Vitoria en este lance / a estas siervas tan indignas". Hoy, el relicario y el templo con su torre mudéjar forman un conjunto declarado Monumento Histórico de Interés Nacional.