Arde Canarias. Al incendio declarado el viernes en Gran Canaria, el mayor de la historia de la isla, hubo que sumar ayer otro, de dimensiones algo más reducidas --2.600 hectáreas quemadas--, que azotó Tenerife. Los desalojados ya se cuentan por miles en el archipiélago. En Tenerife, donde hubo que desalojar a vecinos de cuatro localidades y a 70 niños de un campamento, ya son 2.000. En Gran Canaria hay 2.200 personas fuera de sus casas y entre 4.000 y 5.000 hectáreas incendiadas.

"Lo peor es tener que esperar sin poder hacer nada. Nadie sabe decirme qué ha pasado con mi casa, si las llamas la han calcinado o se ha salvado", explicaba Juan Suárez, vecino de la localidad grancanaria de Ayacata. El incendio avanzaba sin control por seis focos, tanto hacia el interior como hacia el sur. Su autor, un vigilante forestal convertido en pirómano como protesta por la escasa duración de su contrato, ingresó ayer en prisión tras declarar ante la jueza.

"A las tres de la mañana comenzaron a llamar a nuestras puertas para que nos fuéramos del pueblo. Ya estábamos preparados. El ruido constante de las sirenas y el miedo a que las llamas se reavivaran no me dejaban pegar ojo", dijo Benjamín García, quien miraba con resignación desde su coche hacia su Ayacata natal, convertido en pueblo fantasma a la espera de que las llamas pasen de largo.

CRITICAS A LAS AUTORIDADES Los vecinos de Ayacata se quejaron de que las autoridades no han contado en ningún momento con ellos para sofocar las llamas. "Es evidente que no nos dejan participar en la extinción por el riesgo que ello supone --sostuvo con rabia Juan Suárez, un agricultor de la zona--, pero por lo menos que nos escuchen. Les podemos enseñar atajos o los mejores caminos para llegar a los fuegos, pero no nos escuchan. Anoche por el domingo creían que el fuego estaba totalmente bajo control y ahora no saben qué hacer para atajarlo".

Las rachas de viento que desde la madrugada de ayer se adueñaron de Gran Canaria, junto a las altas temperaturas --por encima de los 40 grados--, propagaron las llamas de un incendio que al caer la noche del domingo parecía controlado. Pero el Gobierno canario, por boca de su presidente, Paulino Rivero, dijo ayer que la situación era "dramática". El viento, además, impidió las labores de extinción de los helicópteros desplazados. De los siete llegados a Gran Canaria, solo uno pudo realizar sus labores. Son los efectivos terrestres quienes luchaban ayer contra el fuego, pero la orografía de la zona es muy abrupta, repleta de barrancos y altos desfiladeros.

En Tenerife ocurrió algo similar. Las llamas parecían controladas al mediodía, pero el incendio saltó el cortafuegos que se había instalado. El presidente del Cabildo tinerfeño, Ricardo Melchior, aseguró ayer que hay indicios de que este es, también, un incendio intencionado.