Los nervios en Sevilla, como en tantas ciudades europeas, estaban la noche del jueves a flor de piel por culpa de los últimos atentados que el Estado Islámico ha perpetrado en Londres, Estocolmo y Dortmund. Bastó solo la actuación de un grupo de «vándalos», «gamberros» o «desalmados» -según los definió el Ayuntamiento- que profiriendo gritos de «Alá es grande» y «Gora Eta» y dando golpes causaron varias estampidas al paso de los cortejos procesionales de una de las jornadas más importantes y concurridas de la ciudad, la Madrugá de la Semana Santa. Las avalanchas, que se saldaron con ocho detenidos, provocaron escenas de pánico y dejaron hasta un centenar de incidencias, una de ellas con heridas graves. Según el consistorio, los incidentes no guardan relación con islamistas, un mensaje que hubo que repetir incluso por las redes sociales al extenderse el rumor de que los detenidos eran de origen árabe. Y se investiga si las distintas avalanchas estuvieron coordinadas.

En concreto, la Policía está indagando si hubo «mensajes de jóvenes en las redes sociales» y si existe conexión «con una preparación premeditada de carreras y provocar pánico». También se investiga si dos de los ocho detenidos por los disturbios actuaron en dos lugares distintos para causar pánico y originar carreras y avalanchas.No obstante, los resultados de las investigaciones «siguen apuntando a que se trata de hechos aislados y sin aparente conexión, que se corresponden con vandalismo y gamberrismo», según el Ayuntamiento de Sevilla. Al menos 17 personas resultaron heridas, el más grave tuvo que ser ingresado en UCI por un traumatismo craneoencefálico, con pronóstico grave.