Albert Rey (Barcelona, 1953) forma parte de la asociación Dret a Morir Dignament (DMD) y de la Fundació Miquel Valls. La primera defiende la eutanasia; la segunda asiste a enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y lucha por encontrar una cura a esta enfermedad, la misma que causó la muerte a su mujer, Conce.

--Hábleme de Conce.

-- Era una persona muy creativa y muy vital. Era decoradora de interiores, tenía 60 años cuando murió. Le habían diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica (ELA) dos años antes. En aquella época casi nadie sabía lo que era esta enfermedad, así que, sin que ella me viera, me metí en internet y enseguida vi fotos de Stephen Hawking. Me quedé destrozado. Pero puedo decirte que Conce vivió sus dos últimos años de vida plena y felizmente, con absoluta intensidad. Ella era consciente de su decadencia, pero la compensaba a base de voluntad y de ejercicio. Tenía vitalidad y un deseo profundo de gozar de la vida. Esa felicidad se acabó cuando comenzó a experimentar unos síntomas que iban más allá de lo que ella consideraba una vida digna.

--¿Por ejemplo?

--Temblores, unas enormes dificultades para expresarse. Al final prácticamente solo la entendía yo cuando trataba de comunicarse. Conce fue a la muerte andando porque el tipo de ELA que ella padecía, la bulbar, afecta de arriba abajo. En sus últimos tiempos, sufrió un par o tres de caídas, comenzó a andar con dificultad... Y entonces fue totalmente consciente de que perdía su libertad y su autonomía. Mi esposa era una persona enormemente independiente, por eso la dependencia para ella era la vida indigna.

--¿Fue ahí cuando comenzó a rondarle la idea de la eutanasia?

--Efectivamente. Un mes antes de fallecer solicitó morir. Me lo pidió a mí y la primera reacción fue echarme para atrás. Venían amistades íntimas por casa y a todas les pedía lo mismo, que quería morir. Al cabo de unos días, me di cuenta de que se trataba de un deseo real, así que empecé a buscar la manera de llegar a hacerlo posible. Finalmente, conseguí la ayuda de dos médicos diferentes, aunque yo quería ser la mano ejecutora: no quería que una persona ajena a la familia cumpliera su última voluntad.

--Entonces ¿lo hizo?

--Afortunadamente no fue necesario porque mi esposa falleció, súbitamente, de una crisis cardiacorrespiratoria. Pero antes sucedió una cosa muy importante: en el momento en que le aseguré a Conce que iba a cumplir su deseo cuando ella quisiera, se tranquilizó y no volvió a pedirme morir. Es la tranquilidad de las personas que quieren y pueden controlar su destino.

--¿Qué les diría a quienes afirman que los enfermos que solicitan la eutanasia es porque están solos?

--Les explicaría el caso de mi esposa, que estaba perfectamente rodeada de su familia, de mí, de su hija, de mi madre, de sus amistades. No estaba sola. A estas personas les diría que cada cual tiene un concepto personal de lo que es la dignidad. Esta es quizá la característica del ser humano que más nos diferencia de otras especies. Es, además, un concepto bastante contemporáneo, que nos lleva a luchar por las libertades de los otros. La dignidad la define cada ser humano, es un valor muy subjetivo y personal.

--¿Qué le parece que haya quien rechaza la eutanasia?

--Lo respeto profundamente, al igual que respeto a todas las personas que no quieren abortar -aunque este un tema que no me corresponde a mí, sino a las mujeres-. Lo que no respeto es que me impidan ser libre. Creo que todas las personas que rechazan la eutanasia están en su derecho de hacerlo. Ahora bien, no tienen derecho a imponerme su forma de ver la vida y la muerte.

--El PSOE prepara una ley de la eutanasia que incluirá además el suicidio médicamente asistido.

--Estoy a favor, siempre y cuando las normativas sean lo suficientemente flexibles como para que las decisiones personales no tengan que pasar por los tribunales. Ya es hora de que se apruebe esa ley de una vez. Es de un progresismo tardío, pero más vale tarde que nunca.

--¿La sociedad española y la catalana están preparadas para tener una ley de la eutanasia?

--¡Preparadísimas! Somos una sociedad avanzada a pesar de que nuestros políticos nos traten como tontos. En encuestas hechas por entidades inglesas, el 85% de la población catalana y española se ha manifestado a favor de la eutanasia. ¡Incluso la mayoría de los votantes del PP la apoyan!

--¿Pueden los cuidados paliativos sustituir la eutanasia?

--No. Se está creando una falsa polémica provocada por grupos políticos que quieren fomentar la división y la confusión. En Flandes, Bélgica, donde está legalizada la eutanasia desde hace muchos años, las personas que la solicitan generalmente han recibido antes cuidados paliativos. El mismo equipo paliativista las acompaña en el proceso de la muerte, a pesar de que la inyección o el producto letal es aplicado por un médico especializado en eutanasia.