Noticia de alcance: España ha corrido las manecillas del reloj una hora y ahora se rige por el horario británico: la gente llega al trabajo antes de las ocho, el almuerzo ocupa 45 minutos al mediodía y a las cinco de la tarde las oficinas apagan las luces. Los informativos de la televisión son a las siete y los programas de máxima audiencia a las nueve. El país está en la cama a las once.

Esta descripción resume el ideario del grupo de profesionales que pugnan por una modificación de los horarios españoles. Les mueve saber que somos el país europeo que pasa más horas en el trabajo y peor duerme. "En un mundo ideal, trabajaríamos por objetivos, no según horarios, y la gente entraría a distintas horas a la oficina, sin atascos. Habría más teleempleo y seguiríamos el ritmo circadiano, que es el que marca el sol", explica Nuria Chinchilla, experta en conciliación laboral y familiar. El hecho es incuestionable: vivimos en la sociedad de la información, pero los horarios son los mismos que en la era industrial.

El cambio horario no es un tema baladí para optimizar la gestión de la agenda diaria. "Si nos despertamos antes, sentiremos hambre antes. El almuerzo debería ser una pausa a media mañana", propone la consultora, quien da da una idea de oro para mejorar la gestión del tiempo: "Evitar reuniones innecesarias, y, en ocasiones, cerrar el correo electrónico y no contestar el teléfono. Debemos luchar contra los ladrones de tiempo", avisa.