De excursión por la raya, llegamos a Salvaterra do Miño (Pontevedra), donde vive un componedor de huesos que ha sanado a Butragueño, es multimillonario y, como no da número, tiene cola ante su casa todas las madrugadas. De Salvaterra a Mon§ao se cruzaba en un trasbordador antiguo, de los de cadena. Una tarde de otoño, una señora me vendió dos berzas y unas naranjas durante la travesía, las más dulces que jamás he probado. Ahora ya hay puente y las hortelanas cruzan en uno de esos carromatos caribeños que sólo se conservan en Portugal.

Río arriba, el Miño se llena de lampreeiras por Arbo (Pontevedra). Son unos muretes de piedra que salva el río durante la crecida de la marea, pero al descender, las lampreas han de pasar por unos huecos entre piedras y quedan atrapadas. Las lampreas son peces del demonio, feos como Picio, pero tan sabrosos guisados en su sangre que Julio César se los hacía llevar a Roma. Las lampreeiras pertenecen a las aldeas de la orilla desde la Edad Media y la tradición se mantiene.

EL HOMBRE LOBO Baluartes de Mon§ao y Melga§o. Estos pueblos portugueses siguen con los cañones apuntando a Galicia. Después, las fronteras de Ponte Barxas, ya en Ourense, Lindoso y Portela do Homem, puertas de entrada al parque nacional luso de Peneda-Geres. Estamos en tierra de lobos: por aquí anduvo el último hombre lobo del que da cuenta la justicia española (su historia se ha podido ver en el cine recientemente) y por aquí anda la colonia lobuna más importante de Europa.

Pero atención porque llegamos al enclave más singular de la Raya: el Coto Mixto. Durante cinco siglos, un territorio de 2.695 hectáreas poblado por mil personas se convirtió en la Andorra hispano-portuguesa. Este coto, que comprendía los pueblos de Santiago, Rubiás y Meaus era cogobernado por el obispo de Ourense y el administrador de Braga.

Sus habitantes no pagaban impuestos, no hacían el servicio militar, podían elegir nacionalidad española o portuguesa el día de su boda o, si lo preferían, podían continuar siendo mixtos. ¿Cómo no recordar el caso extremeño de las Casas de la Duda, en la provincia de Cáceres, donde durante el siglo pasado sus habitantes gozaban del privilegio de ser dudosos y podían empadronarse en Valencia de Alcántara o Portalegre?

Pero lo del Coto Mixto estaba más organizado. Allí tenían derecho de asilo y acogían a fascinerosos huidos y a desertores del ejército. También contaban con un llamado camino de privilegio que les permitía entrar en Portugal a través de España contrabandeando sin ser detenidos por carabineros ni guardiñas.

No hace mucho, el alcalde de Calvos de Randín, la capital de la comarca, que también es un poco mixto (había sido del PSOE y acababa de hacerse de Baltar, o sea, del PP), me llevó a comer a una casa de pasto de Tourem, el primer pueblo portugués, y allí conocí a María, una mujer nonagenaria nacida en el Coto Mixto que tenía doble nacionalidad y, lógicamente, cobraba doble pensión. Cosas de la Raya.

Pero Andorra no hay más que una y en 1864 la comisión de límites dictaminó que el Coto Mixto pasaría a ser español. A cambio, las aldeas españolas de Lama d´Arcos, Cambedo y Soutelinho dejarían de depender de Verín y pasarían a la Cámara Municipal de Chaves. Desde entonces, a estos lugares se les llama los pueblos promiscuos y sus habitantes padecen una particular esquizofrenia.

Llega el momento de girar hacia el sur: hemos llegado a la esquina de Portugal, ese espacio en ángulo recto situado entre Zamora y Ourense donde la Raya se llama seca. La zona está dejada de la mano de Dios desde hace siglos. Es la frontera remota y desconocida: pasos de Mazalvos, Calabor, Ungilde, Quintanilha...

Las vacas pastan en libertad, como los cerdos ibéricos en Extremadura. Son bajitas, recias, con cuernos gigantescos. Vacas mirandesas, limianas, barrosás que paren la mitad que las otras, pero paren solas: no necesitan veterinarios ni pastores. A esta esquina rayana llegaron cientos de judíos en 1492, igual que a Marvao o a Castelo de Vide, pero allí los controlaron enseguida y en esta esquina de la raya seca nadie se preocupó de ellos.

Esto se parece al tramo fronterizo entre Piedras Albas y La Codosera. En ambos lugares se emplean hablas leonesas entreveradas de portugués (Cedillo y Herrera de Alcántara en Cáceres; riodoronés y mirandés en el departamenmto de Bragan§a). Y también en ambas comarcas hay pueblos dobles: Río d´Onor y Rionor de Castilla por Zamora y El Marco y O Marco junto a La Codosera.