Antes un clavo ardiendo que quemarse en la hoguera del abandono. El Ayuntamiento de Ascó (Tarragona) prefiere un almacén temporal centralizado (ATC) que acoja los residuos nucleares españoles durante 60 años que tener que soportar la sensación de que el futuro económico del pueblo peligra. El alcalde, Rafael Vidal (CiU), alegó ayer falta de inversiones de los gobiernos central y autonómico en la zona (con las que aspirar a un modelo económico no supeditado a la industria nuclear) para justificar el que el pleno municipal dio ayer a la candidatura para acoger el cementerio atómico. Este permitirá, según sus partidarios, disponer de una salida que garantice el progreso económico del municipio y su área.

"Ascó levanta una bandera que indudablemente aportará a la economía de la comarca y también a los pueblos de la Terra Alta y el Priorat --comarcas próximas a la de Ribera d´Ebre, a la que pertenece Ascó-- unos ingresos notables", afirmó Vidal en la sala de plenos, donde partidarios y detractores de la instalación, en sendos espacios separados por un nutrido grupo de periodistas, asistían a una sesión cargada de tensión. El alcalde, que durante los últimos meses había mantenido en silencio sus argumentos, por primera vez los expuso públicamente entre manifestaciones de aliento y algún grito de rechazo.

DESCONOCIMIENTO "Esta es una oportunidad de futuro que no podemos dejar escapar y que llega 15 años antes del cierre previsto de las centrales nucleares. Es una oportunidad de avanzarnos a este futuro de desindustrialización y de trabajar para que Ascó tenga futuro más allá de las nucleares", dijo. Se trata, agregó, de luchar por la diversificación a partir de lo que ve como una oportunidad que va asociada a un parque empresarial, un vivero de empresas y un parque tecnológico. "Calificar de residuo a todo este potencial es fruto del desconocimiento", dijo.

Tras una extensa exposición de motivos, se produjo la votación a mano alzada. Elevaron el brazo, además del alcalde, los tres concejales convergentes, uno socialista y dos de los cuatro independientes de la oposición. Los otros dos justificaron su negativa más en las formas del proceso que en el rechazo al cementerio en sí. El portavoz de la oposición, Antoni Casanova, recriminó "que nueve concejales desgraciados de un pueblo de 1.600 habitantes" hayan tenido la responsabilidad de tomar una decisión así. Y mientras la tomaban, oían los gritos de 200 manifestantes contrarios al ATC concentrados frente al ayuntamiento.

TERGIVERSAR LA REALIDAD Sergi Saladié, portavoz de la Coordinadora Anticementerio Nuclear, afirmó que los argumentos expuestos por Vidal "tergiversan la realidad". Trató de rebatirlos apuntando que la Ribera d´Ebre "es la comarca catalana con el PIB per cápita más alto, fruto de los altos rendimientos de las centrales nucleares, pero cuenta con el porcentaje más elevado de población que vive en la pobreza". Así, explicó que el 17,4% de la población vive en esa situación, según los datos del Anuario de la Pobreza de Caixa Catalunya del 2002, y "está en torno a la posición 30 del ranking de Cataluña en renta familiar bruta disponible", añadió.

Entre los contrarios también está quien sostiene que la diversificación económica de la zona no puede llegar a partir de un nuevo vínculo al sector nuclear. Unió de Pagesos cree que la agricultura puede verse perjudicada por la imagen de tener en la comarca un almacén de residuos nucleares, y representantes del sector turístico también sostienen que ambos modelos de desarrollo chocan frontalmente. También el consejo comarcal lo cree así: "Esta comarca es mucho más que dos nucleares, además, estas no han aportado inversión. El polígono industrial de Ascó está vacío, pero han aportado dinero, y debemos analizar cómo se ha invertido", dijo el presidente del consejo, Bernat Pellisa.