Los astrofísicos se muestran convencidos de que las observaciones realizadas por la sonda Kepler permitirán detectar miles de planetas que orbitan alrededor de lejanas estrellas, pero unicamente unos pocos compartirán las características que permitieron el surgimiento de la vida en la Tierra: el tamaño adecuado, en el lugar adecuado y en la combinación planetaria adecuada. Aunque cada vez es más evidente que el Universo está lleno de sistemas planetarios, intentar localizar otra Tierra es lo mismo que buscar una aguja en un pajar. Según las previsiones, Kepler observará durante tres años unas 170.000 estrellas. Son millones y millones de datos.

Decidir cuáles son los soles más interesantes dependerá en gran medida de lo que decidan un puñado de científicos europeos expertos en astrosismología, técnica de análisis de ondas sónicas que permite conocer qué está sucediendo debajo de la superficie de los astros. Un peso notable lo aportan tres centros españoles: el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) y la Universidad de Valencia (UV). En total, 200 expertos de 50 instituciones trabajan en el consorcio dedicado al análisis de los datos, llamado en siglas KASC, que coordina la Universidad de Aarhus (Dinamarca). 1.100 estrellas tendrán el privilegio de ser analizadas al detalle.

El ejemplo de funcionamiento recuerda a los eclipses. Primero, las observaciones de Kepler detectan que la intensidad de una estrella sube y baja. "La alerta se activa. Los cambios en la luz que nos llegan son síntoma de un posible tránsito", resume el astrofísico Andrés Moya, del IAA-CSIC. Un tránsito significa que un planeta acaba de pasar por delante de la estrella, pero poco más. Unos 60 de los aproximadamente 310 planetas extrasolares descubiertos hasta ahora han sido localizados y confirmados por este método.

Ahora es preciso un segundo paso. "Sabemos que hay un planeta, que obviamente es un hecho relevante, pero aún no sabemos nada de él --prosigue--. Para ello necesitamos descifrar cómo es la estrella". Se trata siempre de datos relativos: por ejemplo, si no conocemos el tamaño de una estrella, no podremos conocer cómo es su planeta. Así que la NASA decide enviar los datos captados a KASC, donde están los mejores expertos mundiales en análisis de estrellas mediante astrosismología. La experiencia acumulada con una misión anterior, llamada Corot, ha sido fundamental. Los científicos han desarrollado programas informáticos que permiten inferir cómo son los astros, su composición química y su tasa de rotación, entre otros factores, en función de las oscilaciones de la luz. Kepler tiene un telescopio muy sensible para observar esos cambios.

"Hay muchas estrellas, pero la lógica nos dice que las más atractivas son las más parecidas al Sol --reitera Moya--. Cuanto mayores son, más despreciables". En este sentido, han seleccionado 500 posibles estrellas, para hacer estudios de física estelar pura.