Inconformista, rebelde, valiente, aventurera, madura, independiente... Tiene un carácter indomable que combina con una dulzura exquisita y una fortaleza infranqueable. La vida la ha puesto a prueba. Ha sido una dura ordalía que supera cada día con sobresaliente.

Con once años sufrió una enfermedad denominada mielitis transversa crónica, una infección en la médula que la postró en una silla de ruedas, en la que se mantiene desde hace ocho años. Actualmente cuenta 19 y ya es campeona de España. ¿La disciplina? Ni más ni menos que halterofilia. La enfermedad le ayudó a descubrir un deporte que no ha hecho sino concederle muchas alegrías.

Loida Zabala, lejos de achicarse por una enfermedad que le ha paralizado las piernas, demuestra día a día su fortaleza con pequeñas y grandes proezas. Estudia último curso de administrativo y cuando acabe, el próximo año, quiere trasladarse de su Losar de la Vera natal, en el que vive toda su familia, a Oviedo. Quiere independizarse y ha elegido la capital del Principado por que allí se encuentra el seleccionador español de halterofilia y cuenta con un centro de alto rendimiento en el que poder seguir evolucionando como deportista y persona. "Me gusta la aventura y no me da ningún miedo el hecho de vivir sola". No le arredra casi nada y continuamente le quita hierro a su situación. Incluso al ser inquirida por la posibilidad de que algún día recupere la capacidad de andar se muestra resolutiva: "Los médicos me dan esperanzas, pero no pienso prácticamente en ello. Cuando me vi en la silla de ruedas fui la persona más feliz del mundo. Después de estar cuatro meses postrada en una cama, el hecho de poder desplazarme fue sensacional. Si no fuese independiente me amargaría, pero al serlo no me importa la enfermedad".

Las circunstancias la han hecho madurar a velocidad de vértigo, fijar las prioridades de la vida: "Te das cuenta de cuáles son tus amigos y de quienes no". Incluso hace una lectura positiva: "Tiene algunas ventajas el estar así. Antes tenía amigos que ahora no tengo. Algunos estaban por interés, pero ahora los que llegan son buenos amigos porque saben lo que hay".

Su máxima aspiración es continuar manteniendo su independencia. Se ducha sóla, cocina, se cambia de ropa sin colaboración de nadie, conduce gracias a un vehículo adaptado, incluso mete la silla de ruedas en el coche sin necesidad de que la presten ayuda, es una veloz mecanógrafa, una estudiante de notable...

El deporte ha sido una salida, un asidero para superar su situación: "Si algún día ganó una medalla lo agradeceré más que el hecho de poder caminar", sentencia Loida con una sonrisa en los labios. Hablar con alguien así supone darte de bruces con las pequeñas miserias que ocupan nuestras vidas.