El mago escapista David Blaine bautizó su último espectáculo con el dramático título Ahogado vivo. Probablemente era mal presagio para un hombre que, tras pasar siete días sumergido en una esfera colocada en la plaza del Lincoln Center de Nueva York, iba a intentar batir el récord del mundo de tiempo sin respirar bajo el agua, y, para colmo, hacerlo mientras intentaba liberarse de 68 kilos de cadenas.

El lunes, ante cientos de espectadores y con una televisión retransmitiendo en directo, Blaine fracasó en su intento. Aguantó siete minutos y ocho segundos sin respirar, lejos de la mejor marca de ocho minutos y 58 segundos. Empezó a tener contracciones que indicaban que estaba a punto de perder el control respiratorio. Dos ayudantes le liberaron le sacaron al exterior. Lloraba. Había estado a punto de hacer realidad el agorero título.

Los asistentes del mago explicaban ayer que está decepcionado porque "siente que le ha fallado a la gente". Lo que no decían es que quizá influya en su decepción el hecho de que el récord imbatido y el rescate forzoso no son los mejores imanes para el DVD que planeaba sacar a la venta.

En los retos de Blaine --que en el pasado se sumergió 61 horas en un bloque de hielo y vivió 44 días sin comida suspendido en una caja sobre el Támesis-- se combinan la magia y y la superación con la explotación comercial.

Esta vez su aventura puede tener también valor científico. El médico que le asesora es profesor asociado en la Facultad de Medicina de Yale y la universidad estudiará la respuesta del cuerpo humano al ambiente subacuático. De momento, ha afectado a su hígado.