Las autoridades judiciales y fronterizas de Brasil han amenazado con que se plantean endurecer, y mucho, las condiciones de entrada de españoles en su país --exigiendo carta de invitación y seguros de 20.000 euros-- si España sigue reteniendo a brasileños en sus aeropuertos. El ministro de Justicia, Tarso Genro, avisó de que Brasil va a mantenerse firme: "Vamos a seguir ejerciendo con toda plenitud y rigor nuestra soberanía".

El director del Departamento de Brasileños en el Extranjero, Eduardo Gradilone, advirtió de que Brasil aún no ha empezado a aplicar la reciprocidad con España en cuanto a los requisitos de entrada. Gradilone reconoció que el veto a la entrada a 21 españoles se ha debido a un "endurecimiento las reglas por parte de policías federales indignados con el tratamiento que sufren los brasileños en los aeropuertos españoles".

En caso de aplicarse, la política de reciprocidad sería mucho más dura que las actuales exigencias, ya que, además del billete de vuelta y reserva de hotel, los agentes exigirían a los españoles cartas de invitación y seguros de viaje por 20.000 euros. Este responsable de Exteriores condicionó la entrada en vigor de esa "reciprocidad" a la evolución del "comportamiento de las autoridades españolas de aquí en adelante".

No obstante, los ministros de Exteriores intentaron rebajar la tensión. El canciller brasileño, Celso Amorin, interpretó la llamada telefónica que le hizo el miércoles su homólogo español, Miguel Angel Moratinos, como un intento de frenar la crisis. "No recuerdo si utilizó la palabra tregua. Pero yo lo interpreto como una tregua", dijo.

PREOCUPACION EN BARAJAS En las colas de facturación de los vuelos hacia Brasil de la T-1 de Barajas eran ayer fácilmente distinguibles los españoles de los brasileños, sobre todo por los gestos de preocupación que exhibían los primeros. Todos los consultados expresaban su confianza en poder entrar sin problemas hasta que se iban enterando de los papeles y requisitos que pide la policía aduanera.

A muchos se les demudaba el semblante cuando caían en la cuenta de que viajaban sin tal o cual documento. Otros se negaban a considerar siquiera la posibilidad de ser rechazados. "¡Cómo me van a retener en el aeropuerto, si voy simplemente de vacaciones!", clamó uno.

Uno más angustiado era el empresario asturiano Rafael Cueto. Iba al apartamento de un amigo, pero no tenía carta de invitación ni billete de vuelta. "¿Valdrá con presentar un billete electrónico?". Rafael se apresuró a pedir un justificante a la compañía aérea por si las moscas.

Los presidentes de los dos países hablaron ayer pero trataron el tema.