El creciente escándalo político derivado de la deficiente respuesta gubernamental a los estragos del Katrina forzó ayer al presidente de EEUU, George Bush, a relevar de sus funciones a Michael Brown, director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA, en sus siglas en inglés). Bush trataba así de protegerse del furor provocado por la revelación de que colocó a sus partidarios y colaboradores políticos en cinco de los ocho principales cargos de esta agencia, empezando por Brown, a pesar de su falta de experiencia en la gestión de catástrofes.

Aun así, el presidente no llegó a destituir a Brown, sino que se limitó a enviarle de nuevo a Washington, para seguir al frente de la FEMA. "Ha hecho todo lo posible para coordinar la respuesta al huracán", dijo incluso Michael Chertoff, secretario de Seguridad Nacional, echando un capote al primer chivo expiatorio de los errores de Bush en la tragedia del Katrina .

RAPIDEZ TRAS LA REVELACION El presidente se movió con gran celeridad tras el torpedo que le lanzó ayer The Washington Post , al revelar que tanto Brown como el jefe y el subjefe de gabinete de la FEMA, Patrick Rhode y Brooks Altshuler, habían trabajado en su campaña electoral en el 2000. Además, Bush fichó a su asesor electoral, Daniel Craig, y al gobernador adjunto de Arkansas, el republicano David Maurstad, para otros dos altos cargos en la agencia, aunque todos ellos carecían de cualificación profesional para sus puestos. Brown era comisario de la Asociación Internacional de Caballos Arabes cuando fue nombrado director de la FEMA, en el 2003.

Con el nivel de apoyo a su gestión en caída libre --un 40%, según el prestigioso instituto Pew Research Center--, el presidente lanzó una ofensiva en la operación que ha puesto en marcha para proteger su imagen. No sólo sustituyó a Brown por el vicealmirante Thad Allen, como coordinador de la ayuda sobre el terreno, sino que anunció también que hará su tercera visita al área devastada y recorrerá Luisiana y Misisipí el domingo, cuarto aniversario del 11-S, y el lunes. Con ello espera templar los ánimos del 67% de ciudadanos convencidos de que podía haber hecho más para acelerar la llegada de ayuda a los damnificados, según Pew Research Center.

"Hubo advertencias más que suficientes sobre los peligros para Nueva Orleans, y no se hizo bastante", atacó el pasado jueves Colin Powell.

REVUELTA REPUBLICANA El exsecretario de Estado fue la última voz republicana en sumarse al coro de críticas contra Bush por la lenta y pésima respuesta al ciclón, que causó graves sufrimientos a miles de damnificados. "Ha habido muchos fallos a todos los niveles: local, estatal y federal", dijo Powell a la ABC. Las críticas del exsecretario de Estado se han escuchado con atención por los damnificados, la mayoría negros como él.

Mientras, en el escenario del horror, la policía seguía peinando casa por casa Nueva Orleans, dispuesta a usar la fuerza para evacuar a las 10.000 personas que calcula que siguen en la ciudad. "Nuestros oficiales y soldados siguen tratando de convencer a quienes no están trabajando en las tareas de rescate para que dejen la ciudad", dijo la abogada municipal Sherry Landry.

Sin embargo, se esforzó en subrayar que "las evacuaciones por medio de la fuerza aún no ha comenzado", consciente de que la imagen de las autoridades empleando medios violentos podría recrudecer todavía más las críticas y empeorar su imagen dentro y también fuera del país.

Precisamente ayer, el presidente nombró a Karen Hughes, una de sus asesoras más apreciadas, como responsable de la imagen del país en el mundo, un puesto que no es ninguna perita en dulce, después de la invasión y ocupación de Irak y la actuación del presidente tras el huracán Katrina .