En Alcuéscar, la charca del Cura... En Ceclavín, la charca de los Socialistas... Ateos y creyentes, laicos y religiosos, izquierda y derecha... En Extremadura hay charcas para todos. Aquí, exquisitas charcas afrancesadas (de Petit I y de Petit II en Arroyo de la Luz) y a un par de kilómetros, charcas tan democráticas como la charca del Pueblo, en la estación de Arroyo-Malpartida. En Villa del Rey, el embalse de Molino de Cabra; entre Salorino y Herreruela, el de Rivera de Mula; en Campanario, el del Paredón y en Rincón de Ballesteros, el del Boquerón.

Toda Extremadura es una charca y la boutade de que Cáceres es la provincia de España con más kilómetros de costa deja claro que en cada pueblo, en cada dehesa, en cada cortina, los extremeños han construido un depósito artesanal y antiguo donde atesorar un agua que regala vida en los días secos del estío.

LOS NIÑOS DE NAVALMORAL "A mí, lo de los niños de Navalmoral me ha dejado sin habla, pero es la vida. En la charca del Cura se ahogó el antepasado de un vecino y yo mismo me enredé en unas yerbas en esta presa cuando era chico y lo cuento de milagro". Sebastián pasea con su mujer por la orilla del pequeño embalse de Botija. Es un lugar paradisíaco a 30 kilómetros de Cáceres. A un paso, en la finca Las Golondrinas, caza perdices cada otoño Carolina de Mónaco.

"Las charcas no se pueden vallar porque entonces no servirían para nada. Ve usted, debajo de este paredón beben esas vacas y aquí, cuando yo era chico, esas zahúrdas estaban llenas de cerdos y bajaban a la presa a beber". Contraste de basura y flores en la pradera de la ermita de Botija: en la ribera, vasos, latas, bolsas y recuerdos sucios de la fiesta del domingo de Resurrección; sobre el agua quieta, flores blancas y botones amarillos. Arriba, en la dehesa, viejas cochiqueras de pizarra que un día cobijaron cerdos negros. El ganado, el agua, la vida...

No muy lejos de Botija, dejando Torremocha atrás y metiéndose por una carretera secundaria se llega al pantano de Valdesalor. Es un embalse inmenso con trazas de lago suizo en algunos tramos de pradería, bosque y pureza. En otras zonas, la basura y las urbanizaciones salvajes torpedean la belleza. Rafa pesca. Sssssss... Silba el sedal, suena la palabra: "Soy de Malpartida y allí de niños nos bañábamos en los Barruecos y pescábamos. Lo de Navalmoral me ha dado mucha pena, pero si le pusiéramos vallas, el agua no serviría para nada".