El inesperado y descomunal apagón que afectó el martes a buena parte de Brasil no hizo más que amplificar en América Latina los problemas del aprovisionamiento energético que padece la región. Más de 60 millones de personas se quedaron sin luz durante seis horas en 16 estados del gigante suramericano. Lo que no puede atribuirse a un accidente ni a un complot es que un 20% de la población latinoamericana, es decir 100 millones de personas, carezcan de ese servicio por factores estructurales.

La Comisión de Integración Energética Regional, que acaba de reunirse en Madrid, calcula que América Latina necesita invertir 6.700 millones de euros al año para cubrir ese enorme déficit social. Los especialistas creen que debió hacerse en momentos en que el mundo experimentaba un alto crecimiento económico y había liquidez financiera. "Allí emerge un problema político de fondo", explica una consultora de la Fundación para el Desarrollo Eléctrico. "Brasil y Chile ofrecen hoy certidumbres a largo plazo. Su modelo da confianza. No sucede lo mismo con Venezuela, Bolivia y Argentina. Y por eso, un inversor siempre elegirá a los primeros".

RETRASO EN EL DESARROLLO Según los especialistas, el aprovisionamiento energético sufre por la falta de interconexión entre países, la escasa diversificación de las fuentes de energía y el retraso en los planes de desarrollo destinados a hacer frente al crecimiento del 5% anual en la demanda de electricidad.

En Ecuador, el presidente Rafael Correa se vio obligado a decretar un estado de urgencia durante 60 días debido al nivel alarmante de las reservas de agua. El sector energético argentino funcionó este año sin grandes sobresaltos. Fue, en rigor, un beneficio colateral de la recesión. El reciente caso brasileño puso en evidencia que el problema no está en la generación, sino en las líneas de transmisión de la energía. Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura, añade otros elementos a tener en cuenta. Itaipú, dijo, sufrió una sobrecarga en días de un calor infrecuente para noviembre. "La población tiene hoy un acceso mucho mayor a aires acondicionados y congeladores. El sistema no esta preparado para eso y derrumba redes", apunta. América Latina paga los costes de su modelo asimétrico de integración. En la región no existe, como en la UE, una política que permita optimizar recursos e inversiones.

Según el CIER, América Latina podría tener un ahorro anual de 673 millones de euros en tarifas si sus países complementaran sus sistemas. La interconexión podría resolver problemas como el de Argentina, un país exportador de petróleo y gas que en los últimos años ha necesitado de Brasil, Bolivia e incluso Venezuela para garantizar el abastecimiento interno durante el invierno. Lo mismo le ocurriría a Chile, al que le falta el gas que le sobra a Bolivia.

Pedro Jatobá, de la brasileña Eletrobrás, puso como ejemplo el régimen pluviométrico brasileño, que es opuesto al de los países andinos. "En nuestro periodo lluvioso y cuando las presas se llenan, nos vemos obligados a dejar pasar el agua, porque el mercado doméstico está plenamente atendido", dijo.

PROBLEMA FUTURO La construcción de presas, fábricas termoeléctricas o nucleares puede representar un problema ambiental futuro. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, América Latina y el Caribe necesitarán 143.000 GWh/año hacia el 2018. El coste será de 35.000 millones de euros, sin contar los gastos de combustibles y mantenimiento. La cifra bajaría a 11.453 millones si se acaba con el derroche. El ahorro podría destinarse a sacar de la oscuridad a millones de personas.