La pastilla de la longevidad aún está lejos, pero los científicos que investigan cómo vivir más acaban de dar un importante paso en su camino para obtenerla. Un estudio realizado en ratones con el fármaco rapamycin demuestra que un químico puede alargar la vida en mamíferos. Y, aunque alerta de que hay riesgos, la comunidad científica ha acogido con entusiasmo los resultados.

Detrás del descubrimiento están los biólogos y científicos de tres instituciones de EEUU. En su búsqueda probaron sin éxito siete medicamentos. Pero entonces llegó el experimento con rapamycin, un antibiótico basado en una secreción bacterial originalmente descubierta en los años 70 en la isla de Pascua que se usa ya para luchar contra los rechazos en los transplantes y se está probando contra el cáncer. Y un retraso accidental les llevó hasta el descubrimiento.

En tres experimentos paralelos, el Centro de Ciencias de la Salud de San Antonio (Tejas), la Universidad de Michigan en Ann Harbor y el laboratorio Jackson en Bar Harbor (Maine) dieron rapamycin a 2.000 ratones. La idea era empezar a medicarlos cuando eran jóvenes, pero problemas para hacer que el antibiótico llegara hasta el intestino sin disolverse antes retrasaron los planes. Cuando se encontró la forma de solventar ese reto, los ratones tenían ya 600 días, el equivalente a unos 60 años humanos.

Los ratones que recibieron el rapamycin vivieron un 14% más de media que los no medicados en el caso de las hembras y un 9% más en el de los machos. En algunos casos, la longevidad llegó a ser hasta un 38% mayor en las hembras y hasta un 28% en los machos.