El milagro de la multiplicación de los panes y los peces queda reducido a poco más que un truco de prestidigitador debutante al lado de lo que está sucediendo en Jun. En este pequeño pueblo contiguo a la ciudad de Granada, había cuatro policías municipales. El alcalde decidió prescindir de tres de ellos, de modo que quedó… ¿uno? Negativo. Quedaron 3.728. ¿Cómo? ¿Me lo puede explicar otra vez, por favor? No, no se trata de un chascarrillo, es una de las consecuencias de otro milagro, aunque este no viene relatado en los evangelios, sino que se estudia en el Media Lab de la meca académica de la tecnología, el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

Este no es el único prodigio, ni siquiera el principal, que se ha operado en Jun en los últimos cinco años, presume el alcalde, José Antonio Rodríguez Salas, del PSOE. Los vecinos de este municipio, en el centro de la Vega de Granada, al pie de la sierra de la Alfaguara, están exentos de hacer papeleo y farragosos trámites burocráticos en el ayuntamiento.

Cualquier incidencia, problema, propuesta, idea o queja, también las felicitaciones, pueden ser comunicados directamente por los ciudadanos al alcalde, los concejales o los responsables de los servicios municipales. Y viceversa. La recepción del mensaje y la respuesta son inmediatas, sin formularios, impresos, pólizas ni sellos de por medio. ¿Cuál es el secreto de Jun? Que el alcalde gobierna el pueblo por medio de Twitter.

¿Una ventolera ha sembrado de hojas las aceras de la avenida de Granada? El primer vecino que repara en ello envía un tuit al servicio municipal de limpieza, los operarios Antonio Linares y Javier García acuden al lugar, uno manejando la máquina barredora y el otro la escoba, retiran la hojarasca y dejan cuenta de su trabajo en la red social. ¿Se ha fundido la lámpara de una farola en la calle de Mozart? Un tuit al electricista municipal, Miguel Espigares, y este responde de inmediato cuándo podrá reponerla y, una vez hecho, deja constancia con otro tuit. Espigares luce un récord de cambio de farol fundido: 3 minutos y 58 segundos desde la recepción del aviso hasta que el fanal iluminó de nuevo. ¿Qué comen hoy los niños en la escuela? La respuesta está en un tuit. ¿Hay alguien extraño merodeando en el cruce de las calles de San Ramón y San Francisco? ¿O un coche obstruye la entrada a un garaje en la calle de los Hermanos Fernández García? Un tuit al único policía local, Justo Ontiveros, y este se pone en marcha. «Por eso digo que ahora Jun no tiene uno, sino 3.728 agentes, tantos como habitantes», aclara el alcalde. Y Ontiveros remarca la importancia de este sistema para «prevenir conflictos vecinales».

El flujo de comunicación también funciona en sentido inverso. Los operarios del ayuntamiento, ya sean limpiadores, electricistas, fontaneros o albañiles, tuitean cada día en qué están trabajando. Lo mismo hacen los concejales del gobierno municipal (una coalición PSOE-IU, pese a que los socialistas gozan de mayoría absoluta) y, por supuesto, el alcalde, impulsor personal de esta experiencia de política digital.

José Antonio Rodríguez Salas es un ferviente devoto de Twitter como herramienta de relación social, administración pública y participación política. Alcalde de un pueblo de poco más de 3.700 habitantes, le siguen 439.000 tuiteros, más que a sus homólogos de Londres (Sadiq Khan, 327.000) o Roma (Virginia Raggi, 113.000) y casi tantos como a la de Barcelona (Ada Colau, 458.000). El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, tiene algo más de 8.000 seguidores.

Pero a diferencia del uso que la mayoría de los líderes políticos hacen de la red social, limitado generalmente a enviar mensajes o consignas a sus legiones de seguidores, Rodríguez Salas se vanagloria de haber convertido Jun en la vanguardia de la democracia digital, no solo en España, sino en el mundo.

No es una baladronada: la experiencia de Jun está siendo estudiada en el Media Lab del MIT por el profesor Deb Roy y el investigador William Powers. En un primer informe sobre su investigación, Roy y Powers, definen Jun como «un laboratorio ideal» para tratar de dar respuesta a estas preguntas: «¿Crece la participación ciudadana como resultado del experimento y está cambiando la composición demográfica de la conversación? ¿Los ciudadanos votan y acuden a reuniones municipales más que lo hacían en el pasado? ¿Se resuelven los asuntos públicos con más eficiencia? ¿El uso de esta herramienta simplemente ha amplificado las viejas formas de gobernar Jun o ha cambiado la percepción mutua de un modo fundamental, quizá hacia la descentralización?»

El alcalde no tiene ninguna duda respecto a estos interrogantes. «No solo hay más participación ciudadana y más eficiencia y rapidez en la actuación del ayuntamiento, sino que esta es más transparente», sostiene. Los ciudadanos son consultados sobre los proyectos (por ejemplo, la elección del nuevo mobiliario urbano de una plaza), los presupuestos y los impuestos municipales. «Sin engorros, con la rapidez que exige la sociedad del minuto: pregunta rápida, respuesta inmediata», recita. El invento también sirve para pelear por la ciudad. En los años 2013 y 2014, los recurrentes apagones que sufrían Jun y otros pueblos de la comarca no terminaron hasta que el hashtag #EndesaMeEstresa empezó a atronar en Twitter.

El efecto sobre la participación electoral es harina de otro costal. En las municipales del 2015, la abstención en Jun fue del 40,5%, nueve puntos más alta que en el 2011, cuando el pueblo inició su experiencia tuitera. Pero la falta de una perspectiva más solvente y sobre todo el efecto de la honda crisis económica, política e institucional que atraviesa España no permiten extraer conclusiones fiables en este aspecto.

Ahorro

El ahorro en las arcas municipales sí que es objetivable. En el 2011, el presupuesto de gastos ascendió a 3,14 millones de euros. Este año es de 2,67 millones, el 14,9% menos. En una parte considerable, se debe a la reducción de la plantilla policial.

La oposición municipal no comparte el entusiasmo de Rodríguez Salas. El concejal del PP Rogelio Palomino niega que la experiencia haya aportado beneficios tangibles a Jun. «El alcalde es el único que saca provecho de esto, protagonismo, aparecer aquí y allá, que es lo que más le gusta. Pero el pueblo, nada».

Palomino subraya que la experiencia no ha creado empleo en Jun, que es lo que necesita la localidad desde que la crisis inmobiliaria hundió la base de la economía local, la producción de cerámica para la construcción. «Si el alcalde atrajera empresas tecnológicas a Jun u otro tipo de empleo, yo lo pasearía a hombros. Pero qué va, mire, está el pueblo lleno de pájaros azules y ni siquiera Twitter nos aporta un euro. El alcalde vende humo», censura Palomino.

Rodríguez Salas confirma que Jun no recibe contraprestación económica de Twitter por servirle de laboratorio, ni piensa reclamarla: «Salimos ganando los dos, Jun y Twitter». Tampoco ve inconveniente ni riesgo en dejar el funcionamiento de la maquinaria municipal en manos de una compañía privada de EEUU: «Es una herramienta gratuita, insisto, gratuita, rápida y eficiente, ¿qué más se puede pedir?»

Más de la mitad de los vecinos tienen cuenta de Twitter registrada en el ayuntamiento. Y los que no quieren entrar en las redes, ¿se exponen a recibir un trato de inferior calidad en su relación con el consistorio? «En absoluto, son atendidos del modo tradicional, que es más lento y a veces requiere papeleo o pagar alguna tasa», responde el alcalde.