TEtn el mercado de Les Halles de París, cuando sonaban las campanas, aparecían los clochards y en el mercadillo de Las 300 de Cáceres, cuando llegan las mangueras, aparecen los conyserds . Los clochards son esos vagabundos parisinos que salen en las canciones de Edith Piaff y gastan luenga barba, sombreros raídos y abrigones como capas. Viven bajo los puentes del Sena, se alimentan de lo que pillan y tienen unos dedos gruesos y oscuros que asoman por las cinco embocaduras de sus mitones, esos guantes de lana que aparecen siempre en las películas tristes y bienintencionadas. A los clochards se les llama así porque al final de la mañana se reunían en los aledaños del mercado de Les Halles esperando a que sonara la campana(la cloche ) que indicaba el fin de las transacciones y el permiso para que ellos rebuscaran entre los restos del día algo de comida.

Los clochards extremeños no llevan barba canosa ni mitones, pero también deambulan alrededor de los mercadillos: los domingos en Badajoz, los martes en Plasencia, los miércoles en Cáceres... En Cáceres se les dice conyserds porque, a falta de campanas parisinas, son las mangueras de la empresa de limpieza, Conyser , las que marcan el tiempo de la exploración. Sale el chorro y los conyserds rastrean entre papeles, cáscaras y cajas vacías persiguiendo unas zapatillas desparejadas, una pulserita, unas naranjas... Sobras de la opulencia que harán felices a esos conyserds que luego, al anochecer, a falta de puentes del Sena, se reúnen a un paso del puente de la avenida de la Hispanidad.