Los sindicatos de la Guardia Civil han atribuido tradicionalmente la alta tasa de suicidios al estricto régimen disciplinario vinculado a la condición militar del cuerpo y a las difíciles condiciones laborales: un bajo sueldo, que obliga a los agentes a vivir en las casas cuartel, y a los continuos cambios de destino.

Esta situación ha dado también como resultado un índice muy alto de bajas médicas por depresión. En algunos destacamentos llegaron a la mitad. Casi un tercio de los suicidas analizados en el estudio habían pasado por una baja psicológica sin que eso despertara la alarma.