De las tres personas --cuatro si se cuenta al donante de semen-- que intervienen en un embarazo con madre de alquiler, la que causa más inquietud a los expertos en bioética es la mujer que gesta al niño para depositarlo nueve meses después en brazos de la pareja que lo procreó en una probeta embrionaria.

La evolución o transformación psicológica que puede sufrir la persona definida como útero de alquiler durante la gestación siempre será una incógnita difícil de acotar por las leyes, apunta el doctor Joan Monés, presidente de la comisión deontológica del Coegi de Metges de Barcelona.