El anestesista Juan Maeso, único acusado por el contagio de hepatitis C a 276 personas, volvió a mostrar ayer ante el tribunal que lo juzga una actitud desafiante. A las preguntas de la abogada Ana Móner, que representa a 34 afectados, sobre cómo pudo realizar guardias de hasta 144 horas seguidas (seis días), lo que consta en los registros hospitalarios, el médico replicó: "Cuando quiera comprobamos que puedo aguantarlas, con o sin café".

Maeso defiende que no se drogaba y que, por tanto, no utilizó con los enfermos las mismas jeringuillas que supuestamente empleó para administrarse algún tóxico. Si durante la instrucción del sumario declaró que soportaba tantas horas de trabajo porque "tomaba hasta diez cafés al día", ayer ni siquiera admitió que le fueran necesarios.

El fiscal le preguntó sobre si conocía la existencia de un informe epidemiológico que concluye que el genotipo de su virus de la hepatitis C coincide con el de los afectados. Maeso reconoció conocerlo pero negó las conclusiones. "Lo que yo diga no tiene validez. Mi credibilidad es nula", afirmó. Tras asegurar que sólo se protegía con guantes cuando operaba a pacientes con enfermedades "muy contagiosas", reiteró que tiene "ideas particulares" sobre si la hepatitis C es contagiosa.

En sesiones anteriores, dudó de la existencia del virus y negó ser un enfermo, pero ayer opinó que la enfermedad puede contagiarse incluso por los jugos gástricos y el aire. En concreto, precisó, "por los respiradores de los quirófanos". El fiscal sostiene que la única vía de contagio es él, que se inyectaba morfina y después sedaba a sus pacientes con esa jeringuilla.