El mercado negro de los anabolizantes en los gimnasios y clínicas deportivas está "desabastecido". Y así seguirá durante "varios meses". Lo dijo ayer la policía en la presentación de la operación Mamut , que ha permitido desmantelar la mayor organización de producción y distribución de mezclas hormonales para aumentar la masa muscular.

La Dirección General de la Policía (DGP) y la Guardia Civil se han incautado de cerca de 10 toneladas de componentes y han detenido a 70 personas en Barcelona, Girona, Madrid, Alava, Almería, Badajoz, Cádiz, Córdoba, Las Palmas, Valencia, Palma de Mallorca, Santander y Santa Cruz de Tenerife. Casi todos los arrestados son españoles. El inspector jefe que ha coordinado la operación, Pablo Peira, aseguró que están acusados de dos presuntos delitos: contra la salud pública y estafa.

EN EXTREMADURA La policía y la Guardia Civil han detenido a J.P.J., de 51 años, vecino de Mérida y a quien se le han intervenido 1.700 envases, según informó a Efe la Delegación del Gobierno. Esta cantidad fue aprehendida durante el registro del domicilio emeritense de esta persona, y también se registró el gimnasio de Mérida en el que trabaja y que no está implicado. La sustancia estaba envasada en los formatos de "bolas, ampollas y cajas".

La mayoría de las detenciones han tenido lugar en Cataluña: 28 en el área metropolitana de Barcelona y tres en Girona. Los seis laboratorios desmantelados también estaban en Cataluña. Cuatro de ellos eran clandestinos y estaban emplazados en cocinas, sótanos y garajes. Los otros dos eran legales y fabricaban medicamentos de uso comercial, aunque destinaban gran parte del tiempo a producir las mezclas ilegales. De hecho, la policía cree que los cabecillas de la red eran sus propietarios.

La organización importaba los principios activos de las sustancias decomisadas desde Tailandia. También desde Brasil y México. Luego, en los laboratorios, usaban una potente maquinaria para realizar las mezclas. La capacidad de producción era impresionante: 10.000 ampollas o pastillas cada hora y media.

En una tercera fase, los arrestados introducían los compuestos en cajas perfectamente falsificadas de medicamentos de circulación legal, incluido el prospecto. Este tipo de compuestos se venden en las farmacias, pero para comprarlos es necesaria la prescripción médica.

La última fase era la venta. Para ello, se ponían en contacto con traficantes y monitores de gimnasios. Estos ofrecían a los clientes la posibilidad de comprar las hormonas para aumentar sus músculos. Además, la red también distribuía las hormonas en otros países, como Francia, Italia y Portugal.

Los consumidores eran conscientes de que lo que estaban tomando era ilegal. De hecho, en el mercado el precio de determinadas hormonas puede rondar los 600 euros, mientras que esta organización los ofrecía por apenas 50. Sin embargo, lo que no sabían era que las pastillas tenían una mezcla peligrosa.