Desde que Juan Pablo II salió el pasado día 13 del hospital se han vivido varios momentos de crisis, que las autoridades han soslayado, explicando que ayer estaría restablecido. La primera alarma saltó el 17 de marzo, cuando los responsables de los medios informativos del Vaticano recibieron la orden de llevar sus móviles encendidos, porque probablemente había ingresado otra vez en el hospital.

El domingo de Ramos, una semana después de regresar al Vaticano (sin un alta médica, ya que ningún sanitario quiso firmarla, aduciendo que la convalecencia no estaba terminada), Juan Pablo II se asomó a la ventana de su despacho, mostrando una cara débil y una venda en el antebrazo, al estar siendo alimentado por gota a gota.

Al día siguiente varias voces dieron al papa incluso por moribundo. "La convalecencia sigue su curso", replicaron desde el Vaticano. El martes corrieron rumores sobre otra grave crisis respiratoria, también desmentida. El miércoles se canceló la audiencia general, pero el Papa se asomó menos de un minuto a la ventana.