En el año 2008, Adrián estudiaba cuarto de ESO y tenía un vago interés por la física. Se enteró por la prensa de que se podían mirar gratuitamente en internet unas clases grabadas de aquella disciplina y las buscó. Así, por casualidad, descubrió el curso del profesor Walter Lewin y se enamoró de la ciencia. "Walter me enseñó la belleza de la física, el ver detrás de una fórmula un millón de cosas", explica. Adrián aprovechaba los fines de semana y las vacaciones para engancharse a la pantalla y seguir aquellas clases en las que un señor de pelo blanco enloquecido --parecido al Doc Brown de Regreso al futuro -- se subía a una escalera para beber un zumo con una pajita larguísima, o se cargaba con 300.000 voltios de electricidad, o se colgaba de una larga cuerda que pendía del techo del aula. Hoy, a sus 18 años, Adrián estudia la carrera de Física en Manchester.

Walter Lewin, físico del Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuyas clases son visibles en la plataforma de cursos gratuitos de esa universidad estadounidense (http://ocw.mit.edu), visitó Barcelona la semana pasada para impartir una charla en CosmoCaixa y presentar su nuevo libro, Por amor a la física , acabado de publicar en castellano por Debate. El acto congregó una muestra de sus incondicionales en España. "No podía perderme esta oportunidad de verlo en directo", dice Erik, un físico holandés afincado en Madrid que cogió un avión expresamente para la charla, y que conoce a Lewin desde los tiempos en que el profesor, compatriota suyo, daba clases en su universidad. Además de ser un gran divulgador, Lewin es también un experto reconocido en la física de los rayos X.

Los cursos de física de este investigador, que el MIT colgó en internet hace una década, han alcanzado el millón de descargas anuales, según informa el propio autor.

FISICA TERAPEUTICA "Cada mañana tengo 30 o 40 correos de personas que han visionado alguna clase y tienen preguntas o comentarios", dice el profesor. "Tengo un fichero secreto con unas cartas que me han hecho llorar de conmoción --explica--, enviadas por personas detenidas, ciegas, discapacitadas... Incluso por una al borde del suicidio que me dijo que mis clases le daban una razón para levantarse por la mañana". Lewin recuerda también a un conductor de autobuses que, gracias a su curso, se enganchó hasta tal punto a la física que acabó por estudiar esa disciplina y convertirse en profesor.

"Las clases de Lewin destacan inmediatamente por su energía, entusiasmo y buen humor", explica Agustín, un informático de 41 años, de Barcelona, que las mira de vez en cuando como entretenimiento y "con un poco de nostalgia" de sus años de estudiante.

"Me emociona su emoción, su inquietud, su pasión por lo que hace y cómo lo hace", afirma Sandra, una ingeniera de 43 años de Marbella, que descubrió a Lewin, como casi todos sus seguidores, por casualidad, y como casi todos se enganchó inmediatamente. "De sus vídeos no creo que haya aprendido tanta física como amor por la física, que te induce a hacerte preguntas y ser autoexigente", dice Adrián.

"Me pregunto cuántos profesores cogerían una bola de demolición colgada de un cable y dirían: la voy a soltar sobre mi pecho, no me voy a mover y cuando retroceda estará un poquito más lejos porque existe la fricción, y si no existe ¡esperadme en el hospital!", añade.

"Soy una persona excéntrica, no es culpa mía", dice Lewin. La preparación de sus charlas es de lo más dura. "Las pienso durante semanas. Luego hago al menos tres pruebas en una aula vacía", explica.