La quinta visita del Papa a España ha servido para restablecer las buenas relaciones entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno, que los obispos vascos y la guerra de Irak habían echado a perder. Las alusiones a la convivencia de los españoles "en la unidad", la condena del "nacionalismo excluyente" efectuada en Cuatro Vientos y la no mención de la guerra en los discursos del Pontífice han resultado vitales para alcanzar el citado objetivo.