Si alguna vez observa al atardecer o al amanecer una brillantísima estrella que no parpadea y avanza con velocidad, mucho más rápido que un avión, posiblemente tenga delante de sus ojos la mayor estructura jamás colocada por el hombre en el espacio: la Estación Espacial Internacional o ISS, según sus siglas en inglés. No hacen falta prismáticos para verla. El complejo orbital ya compite con Venus como el segundo objeto más brillante del firmamento nocturno, pero a finales de mes superará a su rival gracias al despliegue de la última batería de paneles solares. Eso es lo que anuncian las agencias espaciales. Aunque muy lejos, por delante de la ISS ya solo quedará la Luna.

La ISS es un mecano dominado por piezas metálicas de color claro, pero son esencialmente los inmensos paneles los que reflejan los rayos solares y permiten su observación desde la Tierra. La estación ya dispone de tres grandes sistemas de paneles para suministro energético. De la colocación del cuarto y definitivo, que en la Tierra pesaría 14 toneladas, se encargarán los astronautas que ayer, tras varios días de retraso, despegaron a bordo del transbordador Discovery desde Cabo Cañaveral. Llegarán a la estación esta noche.

Aunque la ISS se puede observar todos los días desde cualquier rincón del planeta, solo en determinadas circunstancias alcanzará la magnitud aparente que le permitirá superar a Venus. La estación da continuas vueltas alrededor del planeta a unos 400 kilómetros de altura, pero no siempre transita por encima de la ciudad deseada y en el momento adecuado. No se ve en el momento de noche más cerrada.