Estados Unidos ha revocado la neutralidad de la red, el armazón regulatorio aprobado por la Administración Obama para proteger el libre acceso a internet de compañías y usuarios en igualdad de condiciones. La decisión de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (FCC) con los votos de la mayoría republicana permitirá a los proveedores bloquear ciertas páginas, ofrecer a las webs diferentes velocidades y cobrar a los usuarios tarifas dispares en función de los servicios que utilicen al navegar por la red. El nuevo marco abre un futuro lleno de incógnitas que podría alterar significativamente el modo en que los estadounidenses han concebido hasta ahora internet, y supone un triunfo mayúsculo para los grandes proveedores y los partidarios de la desregulación.

Es pronto para saber en qué se materializará este vuelco radical en la gestión de internet, pero legalmente sus proveedores de banda ancha (compañías como AT&T, Verizon o Comcast) podrán conceder un tratamiento preferencial a ciertas páginas y contenidos, como los de su propiedad, a la vez que ralentizan el tráfico de sus competidores o de las compañías que no pueden o no quieren pagar las tarifas demandas. Ese tratamiento dispar estaba hasta ahora vetado, pero con los cambios, «el Gobierno dejará de microgestionar internet», explicó hace unos días el presidente de la FCC y arquitecto de la desregulación, Ajit Pai. «La FCC simplemente requerirá a los proveedores de internet que sean transparentes para explicar sus prácticas».

FACEBOOK Y GOOGLE / La industria de los proveedores ha asegurado que nada cambiará para los usuarios, pero se han gastado millones de dólares en lobi para enterrar la neutralidad de la red. Tanto los demócratas como numerosos grupos de la sociedad civil, así como los grandes gigantes de Silicon Valley, desde Facebook a Google, se habían opuesto a la reestructuración apoyada por la Administración Trump.

Esa coalición argumenta que, entre otras cosas, los cambios se cebarán con la innovación, impulsada a menudo por start-ups sin el músculo financiero para competir con los titanes de la industria. También temen que el posible aumento de los costes para las webs y servicios que operan en la red acabe trasladándose a los consumidores. Según una encuesta reciente, el 83% de los estadounidenses era partidario de la neutralidad de la red, lo que trascendía las líneas partidistas, como muestra el apoyo del 75% de republicanos.