El obispo no debió decir lo que dijo y ahora se excusa en una mala interpretación periodística, pero sus palabras dejaban poco espacio al comentario y al titular malintencionado. Dijo que existen males mayores que el que los pobres de Haití están sufriendo estos días. Según monseñor Munilla , debido a nuestra pobre situación espiritual y concepción materialista de vida, padecemos un mal mayor que el que están padeciendo en el país asolado por el terremoto.

He oído, una y otra vez, las declaraciones del obispo buscando el matiz escondido, el sentido que, en las pausas y en los tiempos verbales utilizados, pudiera haber quedado oculto. Quizás quiso decir otra cosa, pero lo que dijo fue incomprensible para cualquier persona aunque, como yo, esté espiritualmente empobrecida y sea materialista su concepción de vida. Cuando la visión de los muertos amontonados en las calles nos estaban llegando a través de fotos de prensa y de imágenes televisivas, cuando contemplábamos horrorizados e impotentes a los supervivientes clamando por alimentos y agua, cuando los niños deambulaban buscando a sus familiares, cuando los médicos no daban abasto, cuando Haití estaba y está sufriendo, dolía oír a un hombre de Iglesia decir que hay males mayores que los que soportan miles de seres humanos. Por eso me afanaba en buscar lo oculto entre la evidencia de las palabras. A fuerza de oírlas una y otra vez, he pensado que, quizás, quiso decir que, debido a la pobreza espiritual y concepción materialista de la que nos acusaba, somos culpables de que existan realidades como las haitianas.

Quizás. Quiero pensar que es eso, pero me cuesta creerlo. Si lo que pretendió fue dar un aldabonazo a la conciencia social, tenía otras maneras de hacerlo.

Ha querido explicarse, pero sus palabras me suenan a excusa.