Cada vez que se acerca el final de año, Naciones Unidas organiza una cumbre del clima. Algunas veces, como ocurrió en 2016 con la celebrada en Marrakech, el evento pasa prácticamente desapercibido en los medios de comunicación. Otras, como en 2015 en París y este 2017 en Bonn, la noticia aparece en toda la prensa.

Hace dos años, porque se esperaba acordar un ambicioso gran pacto que pusiera las bases para frenar el calentamiento global del planeta. El resultado fue el Acuerdo de París, un texto histórico para algunos y una farsa para otros. Y estos días, porque se busca implementar dicho acuerdo y conseguir, sin engaños, una reducción en la emisión de gases de efecto invernadero que producen los países y que permita cumplir con lo acordado en la capital francesa.

En la página web de la ONU sobre el Acuerdo de París se puede ver un contador que nos dice cuántos países, de los 197 que forman la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, han firmado dicho texto. La última cifra, 169. Sin embargo, a pesar de esta adhesión de la mayoría, los gases de efecto invernadero (GEI), aquellos que aceleran y agudizan el calentamiento global, no han descendido, en términos generales, en los últimos años.

No es el caso de España, ni el de Extremadura, donde el 2007 supuso un punto de inflexión. La crisis económica provocó un descenso en la emisión de GEI. Al menos, eso se desprende el Informe Anual de Gases de Efecto Invernadero en Extremadura de 2015, el último publicado por la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio. «El caso de Extremadura no es preocupante» porque la producción de GEI de la región «supone un 2% del total nacional», asegura Isabel de Vega Fernández, jefa de la Sección de Sostenibilidad Ambiental de la Junta de Extremadura.

Del informe anual extremeño se desprenden otras conclusiones. Por ejemplo, el sector que más GEI produce es el denominado «procesado de la energía» que no es otra cosa que «todas las centrales relacionadas con la generación e infraestructuras energéticas», explica Isabel de Vega, así como «el sector residencial y la administración, porque también gastamos en luz o calefacción». En resumen, casi el 46% del total de emisiones de GEI.

El siguiente sector que más produce en Extremadura es el agropecuario, con una cifra similar al del procesado de la energía.

Aunque todos los sectores de la región han reducido sus emisiones en los últimos años, el que más lo ha hecho ha sido el industrial, con un 24,5%, seguido del energético, a gran distancia, con un descenso del 4,4%. Aunque la agricultura y la eliminación de residuos, los otros dos sectores sometidos a estudio, también han reducido sus emisiones en 2013, lo han hecho a un ritmo mucho menor, un 1,12% y 0,7%, respectivamente.

Para la responsable de sostenibilidad ambiental de Extremadura, esto se debe a que «es más fácil actuar en el sector energético donde se ha impulsado mucho, por ejemplo, la investigación en biocombustibles y biocarburantes», así como «se han hecho muchas revisiones en industrias que emitían GEI».

En el caso de la agricultura, este descenso es menor, según De Vega, «porque es un sector más complejo». «Una de las cosas que se querían establecer, que los abonados fueran más esparcidos o que no se utilizaran tantos abonos nitrogenados, son medidas difíciles de implantar», añade.

La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, anunció que el gobierno presentará en el Congreso de los Diputados el proyecto de ley de cambio climático en el primer trimestre de 2018. Andalucía, por su parte, presentó su propia ley autonómica en el parlamento andaluz a mediados de octubre. Se suma así a Cataluña, la única que cuenta ya con una legislación propia para combatir el cambio climático.

Isabel de Vega remite a la Estrategia de Cambio Climático de Extremadura para el periodo 2013-2020, «con 46 objetivos y 187 medidas». En su opinión, la administración regional también está tomando medidas para reducir sus emisiones de GEI, como «las luces, que ya tenemos led; en agua, grifos que se apagan solos; ya empieza a haber coches híbridos en el parque de vehículos de la administración», así como «el impulso a la investigación en biocarburantes y reutilización de productos». Reconoce que «aún queda mucho por hacer, pero la administración es uno de los primeros sectores que se está involucrando».