La cobertura informativa de la catástrofe aérea ha causado irritación y malestar entre los familiares y ha desatado un debate entre los expertos. Los afectados se sienten especialmente molestos por el acoso mediático en la puerta de los hospitales y, sobre todo, por las imágenes de víctimas carbonizadas entrando muy graves en el hospital de La Paz. Reclaman a la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) "mayor respeto" a su dolor e intimidad por parte de los periodistas "y que se evite el acoso o presión para obtener declaraciones e imágenes, así como su repetición en los medios".

SENSACIONALISMO "Algunos han hecho gala de un sensacionalismo puro y duro. No deseamos ningún protagonismo. Tenemos derecho a que se respete nuestra intimidad", pidió ayer Juan M. C., padre de una superviviente que se recupera en un hospital. Juan lamentó los seguimientos y llamadas telefónicas que reciben él y su mujer y el acoso de los medios a la entrada y salida del hospital. "Terminan sabiendo tu teléfono, por dónde andas...", lamentó.

La FAPE se hizo ayer eco de este malestar y pidió a todos los profesionales que respeten la intimidad de víctimas y familiares, se ajusten rigurosamente a las normas del periodismo y que "en ningún caso sean objeto de tratamiento en espacios de entretenimiento o por profesionales sin la experiencia y capacidad que exigen situaciones de esta naturaleza". Ha convocado para septiembre un debate entre periodistas, directores de redacción y de medios para analizar el tratamiento que se está dando a la catástrofe, especialmente en televisión.

Entre las quejas figura la repetición de que una víctima, antes de morir, tenía el 45% de su cuerpo calcinado. "¿Cuál es el límite entre la información y el morbo?", se quejó un familiar.

"MIEDO FRENTE AL DOLOR" La secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, Elena Valenciano, coincidió en la intención de "producir morbo y miedo frente al dolor" en el tratamiento de muchos medios. "Ha sido repugnante y cruel. Se han dado verdaderos esperpentos de la comunicación", decía la diputada en su página personal.

El ambiente de malestar es perceptible dentro del grupo de familiares de los fallecidos. Unos lo demuestran mirando de arriba a abajo con desagrado a los periodistas que les preguntan por cualquier asunto, aunque lo hagan con tacto.

Otros tienen toda la razón en quejarse, como una señora mayor que se arrastraba mareada hacia el autocar y que fue abordada de forma destemplada por una periodista de televisión con toda clase de preguntas de mal gusto. "¿Le importaría hablar conmigo un momentín?", preguntó el otro día un periodista a un familiar. "Sí que me importa", contestó en seco.