Uno de los asesinos en serie más sanguinarios de la historia de Francia, Michel Fourniret, conocido como el Monstruo de las Ardenas , acabará sus días en prisión. El tribunal le sentenció ayer a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de pena por la muerte y violación de siete adolescentes. Su esposa y cómplice, Monique Olivier, cuya colaboración fue determinante en el asesinato de al menos cinco de las niñas, también ha sido condenada a perpetuidad con un "periodo de seguridad" de 28 años. Si llega a salir de la prisión, lo hará a los 88 años.

No se esperaba una pena menor para la llamada pareja infernal. Durante los dos meses que ha durado el juicio, los franceses han asistido horrorizados al relato de los asesinatos cometidos por Fourniret, de 66 años, con la inestimable ayuda de su esposa, de 59 años, ante la presencia de las destrozadas familias de las víctimas. Aunque el proceso se ha realizado a puerta cerrada, la opinión pública ha sido informada por los más de 400 periodistas acreditados.

Los asesinatos cometidos entre 1987 y el 2001 siguen un mismo modus operandi. Fourniret lograba que sus víctimas --agraciadas jóvenes de entre 12 y 20 años-- subieran a su vehículo invitándolas a acercarlas a su casa o las secuestraba tras acercarse a ellas para pedirles una información. En al menos cinco ocasiones logró su objetivo gracias a la presencia de su esposa, que disipaba las suspicacias de las niñas. Después las llevaba a su domicilio, donde abusaba de ellas con el consentimiento e incluso la participación de su mujer. El suplicio para las víctimas podía durar algunos días. Luego las mataba --por estrangulación o a golpes-- y las enterraba en el jardín.

ESCAPO DE LA MUERTE La macabra pareja habría continuado coleccionando cadáveres de no haberse escapado su última víctima, a la que secuestró en Bélgica en junio del 2003. Marie Asuncion explicó en el juicio cómo había escapado de la muerte --logró saltar de la furgoneta de los Fourniret-- ante la conmoción general y el rostro hierático e inexpugnable del verdugo. Durante casi todo el proceso, el condenado guardó un adusto silencio. Ni una palabra de arrepentimiento, ni un gesto de compasión. Lo poco que dijo puso los pelos de punta a todos, desde la defensa hasta los miembros del tribunal popular, que ayer necesitó poco más de media jornada para emitir su sentencia. "Continúo siendo peligroso", advirtió.

Muy diferente ha sido la actitud de Monique Olivier, a la que la defensa presentó como una marioneta a manos de su perverso y manipulador esposo. La enfermiza relación de Fourniret con su esposa se fraguó en la prisión, donde él cumplía pena por un delito menor. Una vez fuera de la cárcel, el condenado no cumplió la promesa hecha a Olivier de matar al esposo de esta. Sin embargo se casó con ella y tuvieron un hijo.

Igual que Fourniret, la condenada reconoció los delitos que se le imputaban, pero a diferencia del hombre, ella sí expresó arrepentimiento por el daño causado. De ahí la pequeña distinción hecha por el tribunal, que ha aplicado una ley aprobada en 1994. Olivier podrá beneficiarse de la reducción de pena, pero deberá cumplir al menos 28 años. Con la sentencia impuesta a Fourniret, el tribunal aplicó por tercera vez en Francia la pena máxima: morir en prisión.