Parecía que iba a agotarse agosto sin que fuera necesario juntar las palabras oleada" y "pateras", pero el tráfico de embarcaciones entre Africa y España ha registrado un espectacular repunte en los últimos días y la expresión vuelve a emplearse: no echa del todo al traste el esfuerzo del Gobierno, que aún puede exhibir unas cifras alentadoras, pero hace que la gente se pregunte de qué depende exactamente que un día 100 inmigrantes intenten llegar y al otro día, ninguno. Desde el domingo se cuentan casi 500, entre ellos 13 que murieron en el intento.

La secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, dijo ayer que el aumento de los desembarcos en Canarias y el litoral andaluz "no puede empañar" las cifras de los últimos siete meses, que han supuesto un descenso del 54% con respecto al año pasado. La responsable explicó que esas cifras nunca llevaron al Gobierno a descartar un "repunte" como el de estos días, ya que, explicó, "mientras existan desigualdades en el mundo habrá inmigración clandestina". Rumí lamentó la "gran tragedia" que tuvo lugar en un cayuco localizado el domingo a 80 millas de Fuerteventura y del que 13 de sus ocupantes fallecieron. Otros siete permanecen ingresados en varios hospitales de Canarias, aunque ninguno está herido grave.

De nada sirvió que la secretaria de Estado volviera a exhibir las estadísticas que certifican el descenso de la llegada de pateras; o, al menos, no le sirvió al PP, que acusó al Gobierno de "estar de vacaciones" mientras el drama de los sin papeles se sigue cociendo, según Ana Pastor, secretaria de Política Social y Bienestar del PP.