"Lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo", dice Nelson sopesando lo que le aseguraron que era una libra (453,5 gramos) de cebollas. Está en el Agromercado privado del Mónaco, uno de los más caros, mejor surtidos y más criticados de La Habana.

Nelson trabaja en una fábrica cercana y se escapó un momento a ver --"para que no me hagan cuentos"-- cómo andan los precios: "Me parece que estamos tocando fondo, pero otras veces me ha parecido lo mismo y no ha pasado nada. Dos ciclones, la agricultura en ruinas y el Gobierno sube la gasolina. Ahora los guajiros (campesinos) le echan la culpa al Gobierno por el alza de los precios y el Gobierno se la echa a los guajiros por especular".

Se refiere a los huracanes Gustav e Ike , que arruinaron cosechas de una punta a la otra de Cuba, más enormes daños materiales en infraestructuras, aunque con solo siete muertes, y a un alza de cerca del 100% de los precios de los combustibles. Ambos factores ahora tienen alterada a la ciudadanía.

Por las cebollas, Nelson ha pagado 20 pesos, casi el doble que antes de los ciclones. Y esa proporción se aplica aproximadamente al resto de los productos. Se requiere de 24 pesos para comprar un CUC, la divisa nacional, que se equipara con unos 55 céntimos de euro. Todos estos números se pueden entender de la siguiente manera: hay que trabajar unos dos días para poder comprar seis cebollas.

Racionamiento insuficiente

Para llegar a fin de mes, el cubano tiene que recurrir a estos mercados, tanto a los privados --mejor abastecidos pero más caros-- como a los estatales, porque los productos incluidos en la cartilla de racionamiento no cubren más que unos 10 días, en el mejor de los casos. Se trata de frijoles, arroz, azúcar, huevos, un poco de proteína animal de importación, aceite y poco más, en cantidades insuficientes.

El resto que falta y que no existe en los agromercados se adquiere en tiendas por divisas, a las que aquí se llama chopin (del inglés shopping, ir de compras), y que hoy muestran anaqueles y refrigeradores más vacíos cada vez.

En Centro Habana, una de las barriadas más densas y pobres, Víctor rellena encendedores de gas en el pasillo de entrada a una cuartería. "Estamos rodeados y acorralados", opina sobre la situación nacional. Dice poseer "inteligencia natural" y que tiene en la memoria todo lo que escribe el Granma y dice la radio.

"No me cuadra", revela Víctor haciendo números. "El periódico dice que hoy hay que comprar en el extranjero el 80% de lo que nos comemos y cuando todo es más caro; más del 50% de las tierras que se pueden trabajar están sin cultivar, y ahora vienen a darse cuenta y empiezan a entregar tierras para que las siembre quien quiera y pueda. Es decir, por lo menos dos años nos esperan en esta situación".

Cuba se ha convertido en una economía de servicios, que ocupan el 76% de su producto interior bruto (PIB). El sector agropecuario cubre apenas un 4%. El país paga al año 1.175 millones de euros para importar alimentos que podrían, la mayoría, producirse en la isla.