Encantadora, tímida e hipersensible. Así definieron ayer a Erika los que trataron a la menor de la familia Ortiz Rocasolano, nacida en Oviedo, en abril de 1975. La hermana pequeña de Letizia amaba la discreción, a pesar de compartir su sangre con la princesa de Asturias y tener un séquito de paparazis cada día en la puerta de su casa.

Ayer, seguramente, no le hubiera gustado que todos los focos apuntaran al número 40 de la Ladera de los Almendros, el piso que su protectora hermana Letizia le cedió a ella y a su hija Carla cuando se fue a la Zarzuela. En más de una ocasión, Erika había declarado que no podía soportar el acoso mediático. A la benjamina de la familia le horrorizaba que se dijeran cosas "sucias y falsas" sobre ella.

De natural, reservada

A Erika no le gustaba llamar la atención. A diferencia de sus hermanas mayores, Letizia --periodista antes que alteza-- y Telma --cooperante--, ella prefería las distancias kilométricas con el público. Por eso, después de licenciarse en Bellas Artes, el trabajo de vendedora a domicilio en una editorial no le duró mucho. Tras llevar la comunicación de la revista Arte un tiempo, en junio del 2005 se colocó en el departamento de diseño de la productora de contenidos de televisión Globomedia. Los decorados de los programas Habitación 623 y Anónimos, de La Sexta, por ejemplo, son suyos.

Ultimamente, sin embargo, Erika lo había pasado mal. El estrés la obligó a ausentarse del trabajo dos meses. Pero en diciembre recibió el alta y se reincorporó a su puesto. De nuevo se la volvió a ver sonreír junto a Roberto García, un joven cámara con el que salía desde el verano, aunque la semana pasada otra revista la cazó con un nuevo acompañante.

En mayo del 2006, Erika se separó del escultor Antonio Vigo, al que conoció, ya en Madrid, en los años de facultad, y con el que convivió desde 1999. En los primeros tiempos, la pareja se trasladó a Oviedo en busca de oportunidades, pero al no encontrar trabajo tuvo que regresar poco después a la capital, donde acabó estableciéndose. Sin embargo, la historia se acabó y, con la misma discreción con la que siempre ha actuado, Erika evitó pronunciarse sobre las causas de la ruptura con el padre de su hija Carla, nacida el verano del 2000.

El pasado viernes Erika acudió por última vez a la sede de Globomedia. La hermana de Letizia pidió un permiso de dos días antes de incorporarse a un nuevo proyecto de la productora que nunca podrá ver.