Luis Mateo es el único villanovense que puede presumir de tener la iglesia de la Asunción de Villanueva de la Serena en su casa. Es la más grande de la localidad, la que preside la plaza de España, pero a él le cabe en una habitación, más aún, en una mesa. No ha sido fácil, siete años ha estado trabajando en su maqueta, reproducción fidedigna. Tanto, que amigos que la han visto terminada insisten en que tan sólo le falta el sacerdote.

Luis Mateo empezó a construirla en el invierno de 1999. Todo comenzó cuando adquirió la maqueta de una iglesia románica. "Cuando la acabé me dije que también podría hacer la de Villanueva". Pero eso fue sólo el principio; luego llegó lo más complicado: construir la estructura. "La he diseñado entera porque sólo partía de los planos que conseguí en el ayuntamiento a los que luego le añadí las mediciones que había hecho a la construcción real".

Este funcionario de Hacienda reconoce que en algunas ocasiones dejaba de trabajar en ella, pero siempre terminaba retomando su proyecto. "La hacía sobre todo en invierno; luego la tuve 2 o 3 años abandonada. Pero siempre me estaba picando la familia para que la terminara. Lo tomé en serio y la hice".

Está hecha a escala 1/100 y ha sido fruto de la paciencia y de la imaginación. "Me surgieron problemas como los bolos de la torre de la iglesia que al final hice manualmente. Pensé en las canicas que hacíamos cuando niños y decidí construirlas con el polvo que sobraba de dar forma a las piedras; y las cocí en el microondas".

El perfeccionismo de su autor, ha hecho que la maqueta sea una reproducción exacta de la real. "Quería que se ajustara lo máximo posible a la real, por eso tiene los mismos detalles, la linterna que alumbra el altar mayor, la veleta o el reloj de arena". Para ello ha trabajado los materiales mas inverosímiles: además de las 10.000 piedras, ha utilizado papel, contrachapado de madera, plástico de radiografía con el que hizo el pez de la veleta o alfileres y abalorios dorados que insertó en las puertas de madera a modo de bolos para mayor realismo.

La maqueta conserva todos los detalles, incluso las vidrieras que él mismo dibujó con laca para cristal. Tal es así que hasta puede reconocerse la escalera que sube a la torre. No en vano calcula que le ha costado entre 1.000 y 1.500 horas de trabajo. Es una maqueta totalmente artesana porque todo ha sido elaborado por él, a excepción de las campanas, que ha pintado por fuera porque eran plateadas, y las farolas que, desvela, son de maquetas de tren. El colofón han sido las cigüeñas que han puesto el punto final a esta obra.

Luis no vacila cuando se le pregunta por el precio: "ninguno, imposible porque son precios de hace 7 años. Además tampoco está venta". Aunque novios no le faltan.