A rebufo del Vaticano, la jerarquía católica española condenó ayer el nacimiento del primer bebé medicamento cuyo proceso se ha llevado a cabo totalmente en España con frase lapidaria: "Es una práctica eugenésica, horrenda e inaceptable". Según su doctrina, recordada en una nota por la secretaría general de la Conferencia Episcopal Española, de la que es titular Juan Antonio Martínez Camino, el problema no es el recién nacido, sino los embriones hermanos, enfermos o sanos no compatibles, que han sido exterminados para lograrlo. Parte del principio moral de que "hay que curar a los enfermos, pero sin eliminar a nadie".

La nota resaltó que el nacimiento de Javier, el niño que podrá donar las células de su cordón umbilical para curar a su hermano Andrés, de 6 años, aquejado de una grave enfermedad, ha venido acompañado de la destrucción de otros seres humanos, "sus propios hermanos, a los que se les ha privado del derecho fundamental a la vida".

Han echado mano de un texto del 2006, cuando se dieron a conocer los primeros casos de selección genética para evitar enfermedades hereditarias graves, en el que condenan toda reproducción asistida y la selección genética que comportan algunas prácticas para la fecundación in vitro.

Para la CEE, el nacimiento de un bebé para salvar a otro no supone ni un éxito ni un progreso científico, ya que someter la vida humana a criterios de pura eficacia técnica supone reducir la dignidad de la persona a un mero valor de utilidad. Y en su intento de aclarar las implicaciones morales de esta técnica, insistió en que Javier "ha sido escogido por ser el más útil para una posible curación".